Conocer las características evolutivas de los niños de nuestro ciclo, el 0-3, conocerlos mejor, puede aportar seguridad a nuestro modo de tratarlos, de enseñarles, de valorar sus aprendizajes, e incluso de detectar posibles anomalías en su desarrollo. Como es mucha la información, os iré escribiendo en distintos artículos, una primera parte será descriptiva de las líneas generales del desarrollo. Después, en una segunda parte, abordaré la tarea del aprendizaje de alimentación y descanso, para por último hablar de orientaciones educativas basadas en nuestra experiencia de aula.
Aprovechando pues, para hablar de mis preferidos, los bebés ¿cómo son?, ¿qué hacen?, ¿qué sienten?, ¿qué dicen?, ¿qué perciben?
Y quisiera contarlo de una manera rigurosa pero a la vez, me gustaría que se leyese con el beneficio de la duda, en el sentido de que el que un niño no se encuadre en estos parámetros no siempre es síntoma de enfermedad o retraso. El desarrollo en este primer año de vida, lleva una velocidad de vértigo, el crecimiento no es parejo en todos los aspectos sino que da tirones en algunos y se queda descompensado en otros. Todo ello sin contar con las características individuales que harán en el futuro personas más capaces para unos ámbitos que para otros. Hay mucha variación en lo que se considera normal, puesto que cada niño es distinto y así lo manifiesta.
Hoy quisiera trasladaros desde aquí alguna idea, que os ayude a situaros. Hoy quisiera daros algunos ingredientes,¡esta vez no recetas! ¡Os deseo la habilidad del gran chef!
Cuando un niño nace.
Su vida es expresión de actos reflejos (reptar, prensión de manos y pies, marcha, succión…) a partir del primer mes tiene ya comportamientos repetitivos simples, que descubre de forma casual y que le han resultado agradables. Hacia los dos meses abre y cierra sus manitas, puede coger cosas pequeñas y agitarlas ligeramente sin soltarlas. Sólo ven formas y contornos, no colores, si contrastes. El desarrollo lingüístico comienza desde el momento del nacimiento, al escuchar un sonido produce una respuesta de orientación al estímulo sonoro. Desde la primera semana el bebé utiliza el llanto para comunicar lo que siente y lo que quiere (hace distintos llantos según la necesidad) Le gusta la voz humana, los sonidos rítmicos, reconoce el olor de su madre.
A los tres o cuatro meses.
Los efectos de su conducta ya no se dan únicamente sobre su propio cuerpo sino también en el entorno. Ya son conductas intencionadas, golpea su sonajero una y otra vez. Comienza a imitar acciones que ve hacer a otros. Levanta su cabeza estando boca abajo y la mantiene en equilibrio, ya puede tener la espalda recta durante unos 10 minutos, sin curvarla. Sus antebrazos tienen fuerza para mantener los hombros y pecho levantados. Sostiene objetos con las manos, hacia el final del sexto mes agarra las cosa con ambas manos. De pie y con ayuda da saltos flexionando y extendiendo piernas, juega con sus pies. Percibe objetos a distintas distancias y los sigue con la mirada. Distingue voces conocidas. Anticipa situaciones de actividades ya realizadas. Responde con sonrisas selectivas, emite sonidos «na, na», «ga, ga», «ba, ba», «agu», escucha/responde.
A los nueve meses.
Conducta intencional que ya tiene una meta determinada, aparta un objeto para coger otro, usa objetos como herramientas, salva obstáculos. Se arrastra, se sienta sin ayuda. Coge objetos con pulgar-índice. Ya no explora sólo con la boca, mucho más con las manos. A la exploración de objetos con la boca y las manos añade la ocular. Se aguanta de pie apoyado en algún sitio. Percibe sonidos emitidos detrás de él. Muy sensible al gusto ácido y al amargo, los suele rechazar. Es todavía muy conservador respecto a nuevos sabores, come con las manos y mancha todo. Con los olores que le gustan se relaja, con los que le disgustan retira la cabeza. Cada vez tiene más conciencia de sí mismo y empieza a hacer valer su voluntad. Duplica sílabas que serán sus primeras palabras. Modula la voz según la intención, sigue instrucciones sencillas. Aprende sobre la permanencia del objeto y sobre la causa/efecto de las acciones. Reacciona ante su imagen en el espejo. Imita acciones y juegos (aplaudir, decir adiós con la mano…)
A los once, doce.
Anda cuando se le da la mano, permanece de pie un minuto sin apoyo, empuja un juguete con ruedas. Va a gatas, controla el golpe si se deja caer. Coge la cuchara y el vaso sin ayuda y se los lleva a la boca. Abre y cierra puertas y cajones (¡cuidado!) Traza garabatos de manera primitiva. Imita algunos sonidos que oye. Todavía no necesita azúcar ni sal. Le interesa la exploración por tacto más que por boca. Ya tiene un abanico amplio de emociones (miedo,sorpresa, enfado, excitación, culpa, egoísmo, celos…) Se siente a gusto con otros niños. Da besos. Dice alguna palabra (holofrase) con significado aunque no la pronuncie bien. Afirma y niega con la cabeza. Juega a encajar piezas, construye torres de 2 bloques. Si repite acciones ya introduce variantes. Experimenta con causa/efecto.
El crecimiento físico, en este corto espacio de tiempo, es rápido. Aumenta de peso y de longitud progresivamente, hasta triplicar el peso del nacimiento y aumentar en torno a 30 centímetros de tamaño.
Por último, esta es una escueta relación de características evolutivas. la perspectiva, la que nos dan a los educadores, las distintas editoriales de proyectos educativos para la primera infancia. Os he resumido fundamentalmente la que presenta Casals.
Hasta aquí para ubicarnos, mañana más. ¿Cómo plantearnos los pequeños retos que estimulen su desarrollo?…
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