Son las diez, estoy nerviosa, ya conozco a Gina Graham, una de las ponentes de los Talleres de Disciplina Positiva que se inician hoy en la escuela, en Madrid, en España. Nos llegan con la fuerza de la experiencia compartida con familias y docentes durante más de treinta años. Sin complejos al hablar de firmeza, con respeto al hablar de afecto y cariño.
Estoy nerviosa porque sé que va a ser una experiencia importante para muchos. Y estoy ilusionada, en mensaje directo a través de Twitter, Rubén García poniendo alas a la noticia, como lo hace siempre, desde lo más hondo, desde la reflexión y la reivindicación ¡Agradecida, emocionada!
No os lo perdáis, la mejor de las introducciones a una semana apasionante!! Rubén García, Disciplina Positiva, en Hij@s de Eva y Adán
Disciplina Positiva
¿De dónde hemos sacado la idea loca de que, para que los niños lo hagan mejor, antes tienen que sentirse peor?
Tercera entrada de esta serie dedicada a la parentalidad positiva y el buen trato. No es infrecuente confundir éste (es dejar que haga(n) lo que quiera(n))… Como si establecer normas de comportamiento fuese en dirección contraria. Me viene una y otra vez a la cabeza una expresión leída hace ya tiempo a Santiago García-Tornel, la de puño de hierro en guante de seda.
Por eso me impactó tanto ver la presentación de Marisa Moya (a quien tuve la oportunidad y el placer -demasiado breve, sí- de desvirtualizar al compartir mesa en PediaTIC el año pasado) sobre la disciplina positiva. Difícil subrayar algún aspecto de forma resumida, pero me atrevo a marcar algunas cuestiones:
- es posible (y deseable) revisitar nuestros modos de actuar con l@s menores para eliminar las prácticas disciplinarias no respetuosas, conjugando amabilidad, firmeza y respeto, mirando a futuro (orientación a las soluciones) y no al pasado (orientación a la culpa), a largo plazo; esto contribuye a involucrar a l@s niñ@s, a que sean y se sientan tenid@s en cuenta, lo que les enseña el desarrollo de competencias sociales tales como el respeto, el interés por los demás, la habilidad para resolver problemas, la responsabilidad, la participación, y la colaboración.
- acercarse para conocer, respetar y entender, con generosidad pero sin renunciar a la firmeza, y es preguntando, escuchando activamente y pidiendo más que ordenando, ofreciendo para escoger entre alternativas aceptables (otorgando capacidad) y sus consecuencias (responsabilidad), y supervisando el cumplimiento de los acuerdos en el tiempo establecido a lo largo de todo el proceso.
- sin olvidarse del papel clave del establecimiento de rutinas (contribuyen a declinar las luchas de poder), las reuniones familiares y las muestras de afecto.
Merece la pena leerla con mucha calma, releerla, reposarla… y volver a ella otra vez.
Quizás no esté de más recordar lo que aprendimos de pequeños sobre los errores…:
- Los errores son malos.
- No debes cometer errores.
- Eres estúpido, malo, inadecuado y fracasado si cometes errores.
- Si cometes errores no dejes que las personas se den cuenta.
… para enseñarles (y aprender nosotr@s en muchas ocasiones a la vez) que cometer errores es una oportunidad para valorar la ayuda de otr@s. Esto los estimula a tomar responsabilidad por lo que hacen. Podemos aplicar la R de recuperación:
- Reconocer el error con un sentido de responsabilidad en vez de culpa.
- Reconciliarse: disculparse con la persona que hirió u ofendió.
- Resolver el problema cuando sea posible trabajando juntos para solucionarlo.
Lo importante no es ganar a los niños sino ganárselos, para ello el adulto debe invertir tiempo en motivar y enseñar competencias esenciales para la vida. R. Dreikurs
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