Hace tiempo que no escribo, mis días están plenos. Hoy busco tiempo porque quiero dedicar esta entrada a una niña, se llama Manuela.
Se va de la escuela. La vida se pone de cara en algunos aspectos pero siempre quedan flecos. Mudarse a otra provincia es importante para su familia, sin embargo, para todos nosotros, los adultos que acompañamos a esta pequeña, es un tramo difícil de sobrellevar.
En este blog, por donde quiera que se lea hay un poso que no falla. Tejemos redes, creamos lazos ¿Quién dijo que un educador de infantil no sabe del arte de la conexión?
Esta es una palabra grande para la Disciplina Positiva pero ya lo era para este centro cuando todavía ni siquiera sabíamos que esta filosofía existía.
Manuela ha saboreado las mieles de un entorno sencillo y amable. Sin grandes alharacas, no hacen falta en primera infancia. Cuando pienso en qué permanecerá en su mente de «nuestra historia», de lo compartido, muero al principio, luego me tranquilizo, sé que estamos instaladas en sus neuronas. Ser parte de tu historia es un privilegio y gran regalo.
Ella ha dejado aquí mucho más de lo que se lleva ¿cómo se mide el cariño? ¿Qué porcentaje de lo que hemos amado te debemos Manuela?
Y lo que espero que permanezca en sus adentros es el disfrute de la influencia de un proyecto construido con el empeño y las ganas de todas las personas que conformamos escuela enREDada.
Esta escuela puso en marcha una propuesta disruptiva con las prácticas de antaño. No fue sencillo. Tuvimos que aprender, seguimos haciéndolo.
Hemos trabajado como gigantes esforzándonos en dotar de realidad a lo que sabíamos que es el caldo de cultivo idóneo que ayuda a crecer saludablemente a la infancia. Conseguir una comunidad conectada, hacer hogar, vivir relaciones de seguridad que generen confianza. Es indispensable. No es una elección, es una responsabilidad y un compromiso ético.
Una razón fundamental es que ser educador de primera infancia es hacer acopio de intuiciones así como de información; abrirse a ambas y pasarlas por el tamiz de una mirada sensible a la naturaleza de cada alumno y alumna.
Si lo que haces no sirve para atender necesidad, si lo que aportas no ayuda en sus nebulosas emocionales, si lo que vives junto a los peques no te muestra como un ser confiable, refugio y aliento… tienes que parar porque te alejaste de la naturaleza infantil y todo tu trabajo pierde utilidad.
Ha sido nuestra hoja de ruta Manuela, que no te faltara el afecto.
Hemos vivido mucho. Esta escuela es de calle, tú lo sabes bien; te llevas hojas, arena, aire, sol y algunas nubes. No nos asustan porque sabemos que ellas también nos enseñan. El sabor salado de las lágrimas ¿será porque tienes el mar en tu mirada?, también está en las jornadas compartidas; cuántas oportunidades para aprender a aceptarlas, también a trocarlas en calma ¡No tememos a las tormentas! ¡Respira, respira, mi niña, estamos aquí, a tu lado!
Somos afortunadas, hemos estado absortas, embelesadas tantas veces en tu cara ¿el motivo? La alegría, la sorpresa. Un pincel haciendo magia, estallando en color. Empeñadas en crear mundos más amables, juntas, nos hemos regocijado en el ensueño de un cuento. Y sin tregua, abusando de su poder infinito, hemos cantado hasta desgañitarnos ¿qué canción te devolverá por un instante a la escuela Manuela?
El caracol, las hormigas, la tortuga, las salamanquesas, el perro… esa larga lista de los habitantes de nuestra escuela ¿comprenderán tu marcha?
Pasitos cortos, avances grandes. Hemos estado trabajando codo con codo en tu obra creativa; los cimientos de tu arquitectura son muy sólidos. Están construidos con la mayor fuerza generativa, el impulso del amor.
La vida en este tramo pequeño de la infancia es muy importante Manuela.
Sabíamos cuál era nuestro compromiso y lo hemos abordado con todo el esmero; lo que no sabíamos es que conocerte era entrar de puntillas, con pies de algodón, en lo que eres, un mundo de rizos suaves, de sonrisas dulces, de carácter entrañable, de empuje, de esperanza, de pasión…
Cuando llegues a «la tierra del océano» encontrarás más gentes, más oportunidades, nuevos caminos… en esa tierra saben cuidar muy bien y por eso, no dudo, sé que seguirás alimentando la mejor versión de ti misma.
Aquí, en la ciudad grande, y a veces gris, siempre estará una burbuja en la que muchos seres silenciosos trabajan para que la chispa de la infancia prenda con su mejor luz.
¡Gracias Manuela!
Escrito con respeto y amor.
Marisa cada vez que leo uno de tus artículos me refresca el alma y me motivas a continuar aprendiendo de tus riquezas educativas y personales. Gracias Marisa por seguir educando!
Muchas gracias Carmen, feliz de que las reflexiones de este blog sean de interés ¡Un abrazo muy grande Carmen!