Un día de extremos que ¡ojalá se toquen! Soy optimista y creo que así acabará siendo. Os explico, esta mañana mantenía una acalorada discusión con Jesús, el médico de mi hij@, el médico de la escuela, ambos con profesiones distantes, ambos con profesiones muy próximas.
No es la primera, estamos acostumbrados a exponer el punto de vista sobre temas que son competencia común. Y es que ese es el tema de este post, pienso que se acabaron los tiempos en que ejercíamos nuestra labor, aislados, al margen de vínculos con otras personas, que de un modo u otro, tenían nexos en el desarrollo profesional.
Y sigo explicándome, los niños, son sociales muy tempranamente. Las circunstancias familiares y laborales así lo exigen. Son la infancia del sigloXXl.
La discusión comenzó porque yo me sentí incómoda por una frase que él había escrito en su blog. Le recriminé hablar con connotaciones negativas de los talleres de verano. Me parecía que no ayudaba a percibir con naturalidad un hecho irrefutable, los pequeñitos, a día de hoy, no pueden estar de veraneo dos o tres meses, ya que sus padres no gozan de ese descanso.
Me parece que no asumir que existe una realidad social, la de que los chicos no tienen obligaciones escolares durante tres meses pero los padres sí laborales, salvo un mes y poner peros a las propuestas que pretenden aliviar y dar respuesta al conflicto es hacer un flaco favor a niños y padres.
Claro que si nos dan a elegir, todos sin excepción querríamos para nuestros hijos vacaciones de playa, de montaña, de sol y aire libre.
Pero la tozudez de lo real está ahí, se quiera o no. Y no nos parece justo ver sólo la parte negativa de lo que actualmente es una de las pocas vías de solución. Porque esa es nuestra propuesta, cuando las circunstancias son las que son, podemos mejorar la percepción que los niños tienen de su verano viendo los talleres desde la naturalidad, sin connotaciones que sólo conducen a alimentar sentimientos de culpabilidad y frustración.
Diréis, pues así a primera vista, tampoco tiene tanta trascendencia el tema como para convertirlo en problema. Puede que visto de forma puntual no. Mi reproche es viejo y además acumulativo, va en la dirección de que los criterios de pediatras y educadores no se den la mano. Hace falta un giro, como poco de 90 grados.
Tenemos un «cliente» común y ¡qué cliente! Es imprescindible que se aúnen esfuerzos y criterios para no desorientar a familias y sumir a las escuelas en campo de batalla.
Y tampoco es la primera vez que hago pública mi queja, en …más sobre alimentación, tuve uno de mis primeros desahogos. Las escuelas somos «tierra de nadie» y sin embargo con el papel rey en lo que a llevar a la práctica se refiere, hábitos de alimentación, descanso, higiene… en definitiva de educación y salud.
Ya no hay excusa, para abrir los respectivos lugares de trabajo a opiniones, criterios y estrategias, de otros profesionales, que de un modo u otro tienen objetivos comunes. Es la conjunción, la colaboración, la interacción, la vía de modificación y mejora. Hoy, se tiene la oportunidad, la red lo ha hecho posible. Las perspectivas de los distintos profesionales se deben mover en ese ámbito. Ese es el enriquecimiento conocer, analizar para integrar, para sumar. Hacer converger esfuerzos.
Y para los que no nos conocéis personalmente, una aclaración, Jesús es la persona responsable de mi nacimiento virtual, a él le debo buena parte de lo que actualmente sé, de él he aprendido. También de esas «batallitas» cotidianas, con los ojos y oídos expectantes y abiertos como los de mis chicos, he aprendido sobre alimentación, enfermedades, salud… pero lo cortés no quita lo valiente, echo de menos una profunda transformación, mirada más amplia, esa en la que cada uno asume su responsabilidad pero es capaz de contemplar los puntos de vista de aquellos que de una manera u otra son y somos objeto de intersección, de cruce de caminos.
No es bueno hablar mal del papel de las escuelas, no es bueno sentirlas como algo negativo, ni despreciar el lugar que ocupan en la vida de los chicos… los pediatras deben replantearse opiniones, conceptos que no alivian, ni facilitan. Debemos buscar la aportación. Los niños son interés de todos.
Soy madre relativamente reciente y hace poco más de dos meses que llevo a mi pitufo a la escuela. Después de leer el artículo se me agolpan las ideas y no quiero dejar nada en el tintero.
Como madre para mi hay dos personas muy importantes en el desarrollo de mi niño. Su pediatra y su educador. Visité varias escuelas hasta encontrar la que se adecuaba a la idea de educación que tengo para mi niño así como a mis necesidades laborales. Igualmente no me quedé con el primer pediatra que visitó a mi niño, después de varias consultas opté por el que ví más razonable a la hora de tratar los diferentes problemas que le hemos ido planteando. Uno de ellos fue qué debíamos tener en cuenta a la hora de introducir al niño en la escuela por primera vez. La respuesta del pediatra descartado fue que lo dejara con los abuelos, que enfermaría constantemente, que no son necesarias para un bebe de 4 meses…En fin…
Hoy en día las escuelas son imprescindibles. No soy una persona que anteponga la profesión a la familia, intento conciliar vida laboral y familiar, coordinando horarios y robándole horas al sueño. Después de 6 meses mantengo la lactancia natural de mi niño gracias a mi cabezonería y a esa lucha por conciliar… Pero dentro de esa conciliación hay que ser realistas.
Como trabajador estoy satisfecha con el acuerdo de conciliación realizado con mi empresa, combinando trabajo presencial y teletrabajo y disfrutando del permiso de lactancia.
Pero si me pongo en el lugar de la empresa, considero que no es justo que todo el peso de la conciliación tenga que caer sobre ellos. ¿Vacaciones de mes y medio? ¿Baja maternal de 6 meses? Todo eso suena muy bien… es atractivo…, pero ¿cuánto le costaría a una empresa asumir esos derechos que reclamamos? ¿Cuánto le costaría psicológicamente al empleado reincorporarse de nuevo a la vida laboral, a la rutina diaria, la gestión del estrés….?
Como madre, quiero darle lo mejor a mi hijo, y eso pasa por darle una buena educación, y para eso están los educadores. Yo puedo (y debo) darle a mi hijo todo el cariño del mundo, y puedo (y debo) formar parte de su educación, pero así como puedo guiar a personas en la materia en la que trabajo, preciso de formadores que me orienten en la educación y desarrollo de un niño desde sus primeros meses de vida. Zapatero a tus zapatos. No podemos pretender cubrir todas las necesidades del individuo. Para eso están los expertos. Yo dejo a mi niño en la escuela todos los días desde los 4 meses de edad y sinceramente, no me siento culpable por ello. Creo que le aporta más beneficios que trastornos. (Por cierto, se equivocó el primer pediatra que tuvimos, el niño aún no ha enfermado en la escuela)
Dicho esto, me centro en los talleres de verano y no veo cual es el problema de que los niños acudan a ellos. Al revés, creo que son beneficiosos. No soy partidaria de que los niños tengan 3 meses de vacaciones. Creo que quitarles la rutina de asistir al centro durante tanto tiempo perjudica su posterior reincorporación tras las vacaciones. Yo no los veo sólo como una manera de conciliación sino que veo una continuación en las labores de nuestras educadoras. No creo en las vacaciones 100% ociosas. Aun cuando mi hijo haya crecido y no precise de una supervisión constante espero para entonces haberle hecho comprender que hay que cumplir con unas obligaciones diarias (que en su caso serán de formación como en el mío son laborales) y que en verano se suavizan pero no se suspenden. Yo he acudido en mi niñez a talleres de idiomas en verano y terminé demandándolos por voluntad propia. Me parecen un acierto y un beneficio para los chicos
Así como yo en el post de hoy he hecho una reflexión en voz alta de mi sentir en esa encrucijada en la que en numerosas ocasiones se nos pone a las escuelas, tú, Mª José también has dicho muy alto y claro cuál es el sentir de una madre, supongo que en numerosas ocasiones, también en encrucijadas. No es fácil, cada parte implicada en la ayuda al desarrollo de los chicos, tiene sus argumentos y todos respetables. Lo que a mí me parece que no hacemos tantas veces como debiéramos es contemplar al niño como individuo integral inmerso en una sociedad que es la que le hemos querido dar. Parcelar sus vivencias y hacernos cargo sólo de aspectos de su maduración y formación sin tener en cuenta contextos y circunstancias no es solución. Y además ahora ya no hay excusa tenemos muchas herramientas para conocer y compartir opiniones y formas de hacer. Es imprescindible crear vínculos profesionales que nos ayuden a todos los sectores implicados a mejorar la crianza de los peques.
La verdad es que la charla con Jesús le ha colocado, tal vez, inmerecidamente en cabeza de turco. Muchas veces tiene que aguantar mis críticas a la gestión de sus colegas. Yo por el desempeño de mi labor oigo recomendaciones y pautas que los pediatras dan a los padres y que, claro está, nosotras como subsidiarias de crianza tenemos que llevar a la práctica. Y no dejan de sorprenderme. Es fácil y además, aparentemente gratuito, arremeter contra las escuelas. Es fácil decir que los niños con quien mejor están es con sus madres. Por favor, hagan una reflexión, son la infancia del siglo XXI y está reconocida la bondad de la Educación Infantil en la formación, desarrollo y maduración de los niños. Tenemos muchas cosas que mejorar, pues bien, ahí es donde hay que incidir, hombro con hombro. Equipos multidisciplinares, profesionales y bien formados, capaces de compartir y colaborar para mejorar la crianza de los niños y apoyar a las familias.
Así es como yo lo veo, así es como lo deseo y ese es mi empeño diario.
Muchas gracias por tu aportación, pienso que el intercambio de opiniones argumentadas nos enriquece a todos y eso les viene bien a los chicos.
Un abrazo.
«los niños, son sociales muy tempranamente. Las circunstancias familiares y laborales así lo exigen»
Tu frase, aparece al principio de este largo post, y me he quedado atascado en ella dándole vueltas, porque creo que define el malentendido de la discusión.
Debo recordar que la frase que supuestamente ofende tu sensibilidad, no la digo yo, sino Manolo mi alter ego en el blog El médico de mi hij@ http://goo.gl/nozSZ un niño de escasos 10 meses de edad que opina de soslayo sobre sus obligaciones.
Un bebe a esa edad es muy social y quiere ser muy sociable y socializar su entorno con su mamá y su papá. «Las circunstancias» como dices en tu frase no son suyas, son una imposición de su entorno que puede o no compartir según su docilidad. Un adolescente puede adorar el ejercito y otro puede odiarlo, si las circunstancias familiares, laborales o sociales le hacen abrazar el fusil, no por ello el ejercito pasará automáticamente a ser el ideal para el desarrollo de un adolescente.
Es verdad que es una opinión para teorizar y discutir, basada en mi educación temprana en los años 60 (que soy muy mayor) «escuela libertaria» «summerhill» y otros libros formaron mi escaso intelecto.
Entiendo por otra parte que cualquier mamá o papá con dos dedos de frente, si tiene que optar por los campamentos de verano en ningún sitio mejor que en la escuela infantil gran via (www.escuelainfantilgranvia.com).
Gracias por el debate
Creo que me encanta ese sitio que describes ¿dónde está? Yo quiero ir. Niños que se crían con papá y mamá… suena a lejano, suena a distante (tanto como la utopía). Ahora, eso sí, junto a papá y mamá, un educador, un pediatra y un estupendo grupo de compis. Ya no quiero renunciar para mis chicos de todos los beneficios que la Educación Infantil ha demostrado que aporta. No quiero un chiquitín sin los recursos necesarios, perdiéndose la posibilidad de recibir la estimulación conveniente y necesaria para crecer, crecer lo mejor que pueda… Porque hace mucho tiempo que se debiera haber abandonado la frase que ya cansa por recurrente «lo llevo a la escuela porque no me queda más remedio». El niño debe ir a la escuela porque la Educación Infantil es un derecho del niño. No es teoría, no es opinión, es de eso que a ti te gusta tanto «evidencia»
Y las circunstancias quieras o no, son suyas. Ese es el error, ver al niño fuera del contexto en el que se desenvuelve. De ignorarlo vienen luego los desajustes, niños no capaces, niños no competentes. Es otra evidencia que el niño se construye a sí mismo interactuando con las personas que le rodean y su medio físico y social. Pues, a ver, dímelo tú ¿Crees sinceramente que un chico está mejor en su casa con la chica, o en casa con los abuelos? Yo no, radicalmente no. Claro que el niño crece, pero no se optimiza su desarrollo. Muchas veces pienso que más de uno podría exigir «daños y perjuicios» Y eso es lo real, quieras o no quieras.
Claro que si quieres otro día hablamos de Bakunin 😉
Muchas gracias por tu visita (claro que ésta es también tu casa), por tu paciencia… seguiremos aprendiendo!!!! Besiños.