Seguimos reflexionando sobre el éxito. En el artículo anterior tratábamos EL PORQUÉ en una comunidad educativa, el puro hormigón sobre el que se va a asentar una comunidad humana de gran relevancia social: una escuela infantil: DIGNIDAD Y RESPETO, AMOR Y RESPONSABILIDAD.
Sé que corren malos tiempos para aquello que decimos que nos hace singulares con respecto a otras especies, el pensamiento ¡maldita urgencia!, no obstante, dada la vulnerabilidad de nuestros educandos y el compromiso contraído al ser docentes, EL PORQUÉ de los espacios educativos ha de ser abordado con la suficiente anticipación como para que el centro tenga aval ético y educativo.
En esta publicación sigo estructurando este espacio que nos acoge a todas las personas de nuestra comunidad.
El desafío del QUÉ en una escuela infantil
Desde la inercia en la que nos hemos movido durante décadas, en las que «EL QUÉ» resultados esperábamos en Educación Infantil resulta hasta desasogante por inadecuados, hasta El QUÉ confuso todavía de los primeros pasos que se van dando desde la mirada de la educación consciente, ha habido un larguísimo trecho.
Cuando la sociedad no se hizo cargo suficiente para reprobar que las leyes no contemplaran el desamparo de la infancia ante la incorporación de padre y madre al mundo laboral comenzaron las incorporaciones de bebés de apenas cuatro meses a establecimientos asistenciales más que educativos.
El QUÉ en muchas escuelas era guardar niños y niñas. Lo que se esperaba eran resultados en protección física, subsidio a los progenitores en sus obligaciones de atención a las necesidades básicas de alimentación, higiene y descanso y lo más asombroso estimulación de cerebros cognitivos para que llegaran “bien preparados” a los colegios.
¿Cómo podía impactar este QUÉ en la infancia? Los resultados que se perseguían ¿tenían que ver con las criaturas?
No se puede hacer una valoración acertada fuera de los contextos, aunque era manifiesto que la formación de las profesionales hacia aguas por doquier, la escasa normativa no era orientación, ni seguridad, ni nada que las profesionales pudieran experimentar como soporte. La percepción social de nuestro trabajo era de minusvaloración y me atrevo a decir que incluso las educadoras habían interiorizado estas creencias/etiquetas en menoscabo de su desarrollo y crecimiento personal y profesional.
Lo que se esperaba es que comieran, durmieran, hicieran fichas y se portaran bien (entendiendo portarse bien como obediencia y por supuesto frenar toda conducta, que a los ojos del adulto inexperto, eran puros desafíos que había que corregir, no importaba tanto cómo).
Para que el tinte no sea negro tengo que decir que en muchos casos las escuelas y sus educadoras trabajamos desde la vocación y el amor a la infancia. Sé que esto también estará en el haber de tantas criaturas.
Cambiar esta mentalidad, promover otras habilidades de interacción humana era (es) URGENTE (ahora sí aplica la urgencia). Aun sabiendo que por más urgente que fuera (sea) la transformación de las escuelas no se logra solo con reconocer que es necesaria.
Ahora presumimos de #CuidarInfancia, así como de estados de bienestar social. Pues vamos, valoremos… qué resultados se promueven en una escuela infantil ¡Recordatorio, la etapa más trascendente en construcción humana!
El primer paso, aceptar dónde estamos, conocer y aflorar EL PORQUÉ y… a partir de ahí ¿QUÉ resultados aguardamos?
Solo así podremos empezar a vislumbrar cuál es la hoja de ruta de un espacio educativo. Tenemos las coordenadas:
Actitud, principios y objetivos, ya vendrán estrategias y recursos. Estos últimos no son el inicio, son el final para no seguir construyendo castillos en el aire.
La renovación del menos, es más
No se trata tanto de seguir sumando expectativas falsas sino de dejar de esperar y hacer lo que no es conveniente. Objetivos para la contribución a entornos para provocar que aflore la grandeza…
- Parar la sinrazón de exigir la obediencia a cerebros que lo que necesitan es hacer, no están predeterminados para dejar de hacer. Nos aleja de esperar que la infancia nos sienta en conexión, nos aleja de esperar cerebros con sistemas nerviosos vinculados a sus adultos. Esperamos promover y trabajar la seguridad no solo física sino integral.
- Parar la ignorancia que supone creer que nuestro alumnado aprende quieto y en silencio. El movimiento libre debe ser respetado, sin comparaciones, sin mediación de los miedos adultos. Esperamos estar a la altura de sus naturalezas biológicas y de las necesidades que se desprenden de ellas.
- Parar la injusticia del no derecho a jugar. Esperamos contar con la sabiduría para reconocer que jugar es lo más importante en las tareas de infancia.
- Parar la creencia de que se puede educar en soledad, de manera estanca, sin la alianza con padres y madres. Nos aleja de esperar sentirnos tribu, comunidad, de aprender juntas, de mostrar coherencia a la infancia. Esperamos lograr canales suficientes de comunicación con los progenitores para que se sientan pertenecientes, arropados; para que nos sintamos, como educadoras, significativas en la vida de la familia.
- Parar la comunicación que no emplea los lenguajes de la infancia. Basta de adultismos en la interacción con niños y niñas, en su mayoría preverbales, lo que no quiere decir no comunicativos. Esperamos comunicar con sus cerebros emocionales, con sus cerebros «motor», sin cortapisas y por ende creativos.
- Parar el miedo que existe en tantas creencias erróneas sobre la conducta infantil. Esperamos que nos vivan de su lado, no en su contra.
- Parar la incongruencia entre lo que dice nuestra boca y lo que manifestamos con las acciones. Esperamos saber tomarnos el tiempo necesario para decidir qué vamos a hacer nosotros y mostrarlo con coherencia.
- Parar el mensaje devastador del amor condicionado al comportamiento. Esperamos que el amor incondicional sea seña de identidad, no solo por profesionalidad sino por un no rotundo a la manipulación humana en lo más vulnerable ¡un niño no puede sentirse abandonado es la amenaza más severa a la supervivencia!
- Parar las etiquetas que lastran y cercenan las habilidades de todo orden. Esperamos diferenciar en todas nuestras actuaciones lo que se es de lo que se hace y no poner zancadillas al aprendizaje y la curiosidad infantiles.
- Parar el premio y el castigo como praxis pretendidamente educativas, son manipuladoras y en muchas ocasiones muestra de la inseguridad adulta para aprovechar los conflictos como gimnasio de vida. Esperamos mostrar, modelar nuestra estrategia más poderosa, el enfoque en soluciones desde el respeto y con el envoltorio del aliento.
Esperamos alentar y promover espacios y relaciones en las que se goce del aprendizaje desde el respeto y el disfrute. No es opcional, es nuestro compromiso y responsabilidad #garantesdelcontrato
En una escuela con Disciplina Positiva ¡Aclaramos nuestro QUÉ!
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