En este mes de julio parece que no se puede pensar en otra cosa que en alejarse de las responsabilidades del invierno y poner el cerebro en modo descanso. Sin embargo, tengo la costumbre, creo que muy justificada, de escribir sobre los preparativos para el tiempo más decisivo de una escuela infantil, el periodo de vinculación infantil en un espacio educativo fuera de su hogar.
He publicado tantas veces, tantos años, este artículo que podría caer en la trampa de dar por hecho que ya no es necesario, que nos lo sabemos todo, que estamos informados y somos conscientes, que valoramos y nos comprometemos con la praxis más adecuada.
Poco a poco «la mentalidad de la mejora continua» que sobreviene impuesta a toda persona que haya contraído el compromiso de criar y educar se ha ido haciendo hueco y dejando de lado las praxis que me gusta llamar “productos caducados en educación”.
Leemos libros y nos preocupamos por conocer el desarrollo infantil… y llega el momento de ir a la escuela, y de nuevo la incertidumbre, la preocupación, la perplejidad e incluso el miedo. Y ¿repetimos lo que siempre se ha hecho?
El periodo de vinculación no es una batalla diaria hasta reducir la resistencia infantil. Paremos la sinrazón que impera en muchos centros cuando no nos paramos a pensar que el escenario que precisan es un estado de calma, de serenidad para reeditar el vínculo de apego sumando a su educador/a como figura cargada de afectividad.
Dicen que una barrera en comunicación es suponer y no verificar. Por si acaso verifiquemos ¡La ocasión lo merece!
Empezando por lo prioritario
¿Quiénes son los alumnos de Educación Infantil? ¿Cuentan los pequeños con el aprecio y reconocimiento de su naturaleza?
Son sistemas nerviosos con avidez por las sensaciones de seguridad para “sentirse a salvo”, con ellas ya tienen el pasaporte para su segunda misión, experimentar sin cesar; ya sabéis, también son el departamento I+D de la vida.
Dice Porges “El cuerpo y el cerebro trabajan en conjunto para conseguir sobrevivir y prosperar”.
Por ello nacen «impulsados hacia sus congéneres», sin ellos no pueden sobrevivir. Esta es la razón por la que el cerebro infantil está validando continuamente la presencia y disponibilidad de sus adultos protectores. No obtenerla es sinónimo de la mayor amenaza que pueden sentir.
Predeterminados para el vínculo que será el pegamento que les conduzca a la supervivencia; no lograrlo o lograrlo inadecuadamente puede ser devastador para el cerebro infantil y su sistema nervioso autónomo.
No pueden sentirse seguros si…
- no se encuentran bien físicamente.
- no se encuentran bien emocionalmente.
- no se sienten conectados socialmente.
Acompañar el proceso de vinculación supone poder «ver» las características y necesidades de los pequeños ¡y satisfacerlas! Lo que está en juego a través de esta interacción cargada de sentido es la correcta maduración del sistema límbico de niños y niñas.
Ver al niño como un todo
En esta manera consciente de entender el periodo de vinculación es fundamental sobreponerse a la inercia que tenemos los adultos para ver a las criaturas de una forma fragmentada, nos enfocamos en las conductas y perdemos de vista al ser integral. Desde este angular padres, madres y profesionales pueden caer en ofrecer al niño respuestas alejadas de la necesidad.
¿Conectamos con los circuitos cerebrales que tienen a disposición los pequeños o intentamos convencer a sus lóbulos prefrontales para que autocontrolen, autorregulen, piensen, acuerden, se comprometan, decidan, solucionen…? Niños y niñas de uno, dos, tres… años ¿En el periodo de vinculación?
Cuando no se dan las situaciones adecuadas muchos pequeños concluyen que no son atendidos, cuidados, queridos, importantes, valiosos; no porque no lo sean sino porque sus experiencias y relaciones no les permitieron sentirlo, pensarlo, creerlo. No se trata de culpabilizarse, sino de hacerse cargo de que somos nosotros los que satisfacemos necesidades, los niños no pueden satisfacer las nuestras.
Ahora bien ¿y cómo proceder?
Según Delahooke, no se puede considerar el pensamiento o las expresiones emocionales del niño o niña separados del estado de su cuerpo. En función de cómo sientan la satisfacción de las sus necesidades está en juego lo receptivo o lo defensivo.
Los desafíos vividos con miedo o con amenaza ponen a los niños en modo defensivo.
Por esta razón nuestra prioridad no es eliminar conductas sino estar disponibles a lo que comunican los pequeños con su comportamiento. A disposición de una relación de confianza que es la plataforma desde la que se construirá la interacción en la vida cotidiana de la escuela.
#progenitoresenlaescuela
Ya no hay excusas, ni argumentos que justifiquen los impedimentos para que padres y madres sean los agentes transformadores que posibiliten que el proceso sea el adecuado.
¡La oportunidad de procesos saludables de vinculación a la escuela solamente se pueden dar con padres y madres como protagonistas de apoyo, comprensión y consuelo!
Cuando los progenitores no pueden involucrarse para afrontar el desafío de la adaptación a la escuela es muy, muy difícil modular el temor infantil. No somos las educadoras las protagonistas de este momento tan significativo para los bebés, sois vosotros y vosotras, madres y padres, los únicos que podéis alentar que la inseguridad no tome los mandos del cerebro infantil.
La escuela se pone a disposición en vuestro propio proceso para que las dos tareas importantes, comprender lo que vive un bebé y saber hacer, cuenten con la fortaleza de la complicidad de la profesionalidad del equipo y el amor incondicional de los progenitores.
Condición insoslayable: «Padres y madres en la escuela», sois necesarios. Para contribuir de formas únicas y significativas. Solo con progenitores cooperando en la escuela se pueden logar procesos saludables.
¿Podemos contar con tu presencia y cooperación?
Cambios revolucionarios ¡de las conductas a los sistemas nerviosos
¿Es posible que el repertorio de prácticas en el inicio de curso sea más empático con la infancia?
La tranquilidad no se improvisa. La información…
- Un extraño por bienintencionado que sea no puede «consolar» a un bebé. La «amenaza» que interpreta el cerebro infantil cuando es separado de su madre es de una magnitud superlativa, tanta que si la madre no forma parte del proceso hasta que la educadora forma parte de la vida del niño, las consecuencias negativas pueden afectar a los «patrones» de seguridad con los que se maneje el niño en el futuro.
- Los informes, cuestionarios, entrevistas… que provean al profesional de datos acerca de la vida del niño son imprescindibles para no sumar desconcierto o cambios innecesarios. Por ello todas las vías de comunicación que ofrezca el centro serán vitales hasta conocer a nuestros alumnos (alimentación, descanso, higiene, juego, temperamento, gustos, costumbres…).
- La información debe ser bidireccional. La escuela cuenta con agenda electrónica, foro privado en una red social y por encima de todo la disponibilidad presencial, cada día, todos los días, a favor de la comunicación con padres y madres. Creamos espacios de tertulia en el patio, conversar con otras familias nos permite sentirnos en comunidad. Los profesionales, prestando atención a la información sobre cómo se vive en la escuela, promueven la tranquilidad y la confianza de padres y madres. Nuevas normas. Nuevos hábitos en la escuela, de higiene, de observarnos, de cuidarnos…
La tranquilidad no se improvisa. Reinventar…
¡No te conozco, soy pequeño/a! ¿Cómo comeré, dormiré, jugaré? ¿Me ves? ¿Puedo sentirme significativo?
- Rito de bienvenida. Saludos tenues, convocando a la calma (del adulto). Se respira, se sonríe, se calla ¡el silencio también habla a las criaturas de nuestra paz interior!
- No agobies a los niños con un discurso acelerado, su cerebro está procesando el mensaje que le envía tu comunicación no verbal ¡Cara/corazón!
- El adulto, con sus gestos le pone nombre a la vida. Deja que tu cuerpo mande el mensaje de afecto ¡estoy aquí, te veo! La tensión, las prisas… son barreras para la CONEXIÓN.
- Si la emocionalidad infantil da muestras de estar disponible para la cercanía, la educadora ABRAZA; si no es así, no hay urgencia, padres y madres atendiendo la necesaria transición. No es opcional, dedicar tiempo a acoger emocionalmente es salud mental.
La tranquilidad no se improvisa. Las personas…
- Sí, os necesitamos, os solicitamos tiempo especial para nosotros. Cuando un bebé llora por separación su único consuelo son los brazos de su refugio de malestar, papá o mamá. Días a disposición de una acogida en comunidad, con complicidad.
- Todos, los adultos también, tenemos un sistema nervioso; los niños pequeños cuentan con la influencia del estado de regulación emocional de sus figuras de apego ¡Tu autoestima, tu regulación emocional, tú equilibrio y centro!
- Decanta tus miedos. Exprésalos a la educadora, busca su complicidad y conexión. Los niños necesitan protección y seguridad ¡necesitan CONFIANZA!
- Educadoras, más que nunca tenemos entre las manos una labor de una grandísima responsabilidad. El autocuidado es imperativo, concedernos reposo emocional es necesario.
- La seguridad emocional no se impone, se gana. En septiembre, con más empeño, toda la sociedad podría contribuir para que la vuelta a los centros escolares se haga #AcariciandoelCorazón de la infancia ¡El lenguaje es poderoso, ancla estereotipos y prejuicios o por el contrario avala consciencia y respeto! Desde la confianza y el afecto, no desde el miedo.
- Observa a tus alumnos, ellos son el mejor espejo de qué lector emocional tienen a su lado ¿Sientes tristeza cuando se apenan, te preocupas cuando temen, te llena de alegría su sonrisa? Ves a tus niños con los ojos del corazón, escuchas sus alborozos, también sus silencios; cuentan con tu afecto, se saben importantes para ti… Cuando un educador disfruta de las relaciones con sus alumnos, aunque haya conflictos, puedes estar tranquilo respecto a aquella relación. Las interacciones agradables son indicios de que el niño obtiene receptividad en su justa medida y eres su adulto confiable.
- Lo más importante de una escuela infantil son las personas que la habitan. Promover vínculos entre profesionales y progenitores allana el camino ¡Fortaleza, sabiduría y cordialidad!
Las señales inequívocas
- Cada niño se enfrenta de una manera a su interpretación de la experiencia. El engaño del silencio. Un niño que no llora no quiere decir que se sienta seguro. No bajes la guardia, supervisa, observa reacciones pasivas. Puede haber llegado a la conclusión de abatimiento o insuficiencia, eso no es lo que buscamos, el niño debe sentirse bien en la escuela. No es una fase que “se soporta” y ya vendrán tiempos mejores. Los primeros contactos son determinantes, según sea la calidad de las experiencias. Decide cómo vas a influir.
- Ya está bien de praxis que desvirtúan la interacción con la infancia… ni todos en tropel, ni todos hora y media. No es el tiempo, es la sensibilidad hacia las señales. Nuestras ratios permiten procesos adecuados ¿Se puede? No es opcional.
- Cuando la armonía llega los pequeños desactivan sus alertas, están preparados para ir ampliando vínculos y se disponen a gozar de sus sentidos.
Los recursos
- Anclajes emocionales. La entrada en la escuela puede y debe tener aliados. Un aroma del hogar en el entorno de la escuela es traducido inmediatamente por el cerebro infantil como sinónimo de “familiar”. Estas sensaciones son poderosas, lo familiar es lo seguro. Trabajamos con aceite esenciales, una bruma es a veces suficiente para generar ambientes armónicos.
- A la entrada en la escuela encontrarás «cestos recoge energía», notas, papeles en blanco para ser usados. Escribir frases de aliento para llevar ¡Estamos en el mismo barco! ¡Somos comunidad!
- Cuida los espacios, valora la cantidad de recursos ¡menos es más para un cerebro que puede sentirse abrumado!
- Crea rutinas, son un recurso inestimable, orientan, los peques se sienten seguros y en las circunstancias en las que estamos es inversión para no dejarse atrapar por la incertidumbre. La rutina de inicio de jornada es prioritaria, círculos de conexión, actividades de mindfulness… integración cerebral en el aquí y ahora.
- Toma tiempo para crear pautas, sin guión de acción no hay aval educativo, que los niños sepan que contamos con normas que cuidan de la convivencia y facilitan la interacción. No te olvides de comunicarlas con frecuencia y de mantenerlas con tu ejemplo.
- Todo irá rodando, deja que fluya el proceso… ¿Todavía no has pensado cuáles serán las tareas para garantizar que el grupo sea funcional, se aprenda, nos ayudemos y disfrutemos? Los comités son espectaculares, comité de bienvenida (aprender a saludar a los compañeros con cariño, hacernos presentes, asegurando la pertenencia de cada uno). Comité energizante, tiempos para los recreos cerebrales, paramos la actividad y nos dedicamos atenciones de oxígeno para las neuronas (nos movemos, bailamos, nos reímos, respiramos).
- Mesas de las soluciones, «me doy cuenta, estoy enfadada, en mi comunidad hay recursos, son oportunidades para aprender a resolver vida de forma humanizada». En nuestra escuela no eliminamos los problemas, los aprovechamos para aprender y crecer como seres humanos. Láminas de identificación emocional, ruedas de regulación de intensidad del enfado, ruedas de soluciones… ¡Recuerda, en Infantil, informadas a través de los lenguajes de la infancia y por supuesto, modeladas!
- Tiempos fuera positivos para las educadoras, espacios en las salas para «recuperar cerebro pensante». Seguir haciendo de cualquier modo no es garantía de tu mejor versión, para, recupera energía… y podrás continuar con otro filtro en tu mirada.
- Más tiempo de calle, desde el bienestar físico hay pista libre para perseguir el afectivo. Si lo promovemos habremos invertido en salud para todos. Los niños y niñas de Infantil NO SON ESCOLARES ¡Intenta por todos los medios que tu espacio sea lo más parecido a un hogar y las actividades las que harían en él!
Entrar en el mundo infantil
No es el bebé el que entra en la escuela, sino la escuela la que invierte esfuerzo y afecto para hacerse un hueco en la vida del niño.
Con tanta información como ya poseemos es muy importante abandonar los #productoscaducados en educación ¡Recuerda que la paz del mundo empieza en cómo te sienten tus alumnos y alumnas!
¡Somos responsables de las experiencias que aportamos! Sin duda la piedra angular del vínculo que los pequeños establecen con su educador es el que permitirá el mundo mágico de un curso de Infantil.
Y nunca está todo dicho.
¡Aliento para todos, mis mejores deseos para que el 2023-2024 sea un año significativo en nuestras vidas por el esfuerzo, sí, también por los logros en disfrute, superación y crecimiento personal!
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