Claves, maldita y divina palabra. Un episodio más, un año más de sombras y luces en pos de ellas.
Nos pasamos la vida manoseando claves ¿y cómo si no podríamos acceder a nuestros objetivos?
Necesarias para desplegar el esqueleto cada mañana, si te saltas las básicas irás dando tumbos. Haber estado en brazos de Morfeo, combustible para la jornada, es clave porque hay demasiadas cosas que nos enfadan, nos entristecen, nos «gastan»… ¡Cuidarse para no tener alterada la capacidad de tomar decisiones! ¿Cuál es tu lista energizante?
Imprescindibles también en todos los cachivaches, que más que objetos funcionales, se han convertido en apéndices corporales ¿te atreves a desdeñar el móvil? ¿Pretendes sobrevivir sin ordenador?
No son las únicas, hay muchas más claves que tenemos que alcanzar y dominar. Normativas enteras, prospectos de ciudadano del XXI. De estas últimas no te angusties, si te olvidas, ya se encarga la administración de su debido cumplimiento, eso sí, a veces solo percibimos que nos afectan a algunos. Es clave que aparques bien, que conduzcas moderado, que pagues tus impuestos religiosamente, que seas un empleado ¿sumiso? ¿Aborregado?, mejor te irá si eres hombre porque si eres mujer las claves además se retuercen, tornan en encrucijadas.
¿La clave es que interiorices las leyes? No, eso es lo de menos, serías afortunado; si no les encuentras utilidad, ya sabes, «eres libre», no las interiorices, solo debes acatarlas.
Las claves de ciudadano de pro por tanto no están en la escuela ¿Qué sentido tendría darles significado real? ¿O quizás es la cuna de las dichosas claves? Ya sabes que nuestra cultura no es mucho de acompañar en el aprendizaje pero te lo aseguro, intenta conocer las claves para “convivir con la ley” porque esa misma cultura es experta, caza muy bien el error, insisto, de algunos.
Y nos hemos hecho grandes poseedores de claves o ¿posesos de claves? Dominios sin fin, perfiles en red, identidades ideales, somos todopoderosos ¡Tenemos la clave! ¿Obsesión? ¿Conformismo disfrazado?¿Ilusión óptica? ¿Claves de humo?
¿Condicionados? Sí, claro, sin lugar a dudas, desde que nacemos; hay que mantener la estructura de una sociedad que controla a pesar de toda su pátina democrática. Ya se encargarán políticos, asesores, publicistas, no sé muy bien qué profesionales y sobre todo y por encima de todos, familias y docentes de que nada falle para que nada cambie ¡Ay la familia, la cuna de las relaciones más placenteras y también las más dolorosas!
Claves para estar guapos, claves para ser felices, claves para adelgazar, también para engordar los bolsillos.
Volvemos con la cultura, la del ser, no, estamos hablando de la del tener ¿es la clave?
La herencia y el entorno son los únicos materiales de construcción que utiliza un individuo para fabricar su forma peculiar de encajarse, él mismo, en la vida en función de cómo la ve, esto es lo que Adler denominó el estilo de vida. Su interpretación de quién es él, cómo son los demás y lo que significan sus relaciones con ellos, lo que es la vida… queda fijada más o menos a los cuatro años de edad, a partir de entonces, las experiencias nuevas serán interpretadas solo desde el punto de vista de su estilo de vida.
El hogar, la escuela son las factorías de claves para vivir.
Todo el pensamiento, el sentimiento y la acción de un individuo apoyarán desde la infancia su estilo de vida. El niño conserva en su conciencia todo lo que demuestra ser no perturbador y compatible. Lo demás es olvidado o disminuido. El niño es el padre del hombre, esta máxima ¿es clave para nosotros, adultos nutridores de presentes, forjadores de futuros?
¿En qué momento la historia nos engañó de tal manera? Hasta ofuscar nuestra mente para que lo que es clave para vivir se quedara oculto entre tanto oropel que nos resta, que nos merma, que nos niega la propiedad de pensar.
Y las claves en lugar de llaves se tornan yugos.
Si no encuentras la clave para adaptarte en la escuela, no recibirás la etiqueta de inteligente, no optarás al premio del aprobado, no serás competitivo, NO SERÁS…
Si no encuentras la clave para alzar tu voz por encima de la de otros no tendrás oportunidades, permanecerás en el silencio, la escucha no existe si no es para lograr la aquiescencia o la obediencia ¿Y qué será entonces del análisis, de la argumentación, de la exploración de resultados? Es mejor dejarlos de lado, si les das espacio en tu mente puede que no te guste lo que aflore.
Y si no me crees asómate al mundo, ahí sí oirás a los sin voz, son millones.
Vive sin pensar, hombre contra hombre, es la clave.
Y cómo no, hasta en reivindicar es importante la clave. Echarse culpas unos a otros, al fin es humano, si te someten ¿qué queda? Rebelarse, reaccionar. Pero ¿con qué claves? Nos engañamos, detestamos lo que hacen otros y cuando surgen oportunidades reproducimos, tejemos con los mismos mimbres, de nuevo la lucha de poder, por encima, imponerse al otro, si es posible denigrando ¿Qué será de la cercanía, de la comprensión, de la conexión, del respeto? Nada de esto es aceptación, sería vía para las soluciones.
Las claves de la deuda no son solo económicas, nada es puramente blanco o negro, la gran deuda que nos aqueja es la escasez de implicación y protagonismo en el interés social, aquel que nos devolvería la salud mental ¿Qué sientes hacia los demás? ¿Cómo participas con los otros? Acusamos el paro cuando le dan una patada al derecho a la incorporación laboral de un hijo o de un amigo o a nosotros mismos. Nos deprimimos. Dolor, estrés, inseguridad. Nos resentimos de la agresividad que envuelve al planeta cuando medida en kilómetros, la amenaza nos hace sentir vulnerables. Nos aterrorizamos. Mientras tanto el otro, el nosotros, no existe. El egocentrismo es la clave.
Sin la construcción de ese nosotros, desde la cooperación, todas y cada una de las claves solo son supervivencia, nos seguirán aquejando los males de este mundo descabellado. Vivir debe ser algo más.
La clave de la vida es el uso y no la posesión.

Invade el artículo una mirada desasogante, lo siento. Me veo en la necesidad de contrarrestar si es que queda algún margen, no sería justo no hacer aprecio de tantos esfuerzos, estudios, actuaciones, de personas y colectivos para vencer la competitividad, la insinceridad, el pesimismo, bordando con hilo fino, cada día, una bola de estambre que aúna sentires y pensares de ruptura con la sinrazón, de mejora.
Entonando el mea culpa en clave de responsabilidad no me quedo al margen de este escrito, que no es ni por asomo en clave de sol, aunque sí me gustaría que se leyera en clave de amor. Claro que tengo parte importante y que tantas veces oigo los cantos de sirenas y solo de soslayo echo la vista a lo que dejo por hacer, adicta a una cultura que me quiere consumista, mediocre, y si hay oportunidad, me dará la aprobación como transmisora.
Es difícil, leer miradas, escuchar sentimientos, morderse los labios antes que decir frases hirientes. Es muy difícil ser modelo, invitar a otros, aprender de los mejores en el arte de ser.
Por eso Reyes Magos (si, esta es mi carta a los Reyes), como siempre en estas fechas, os escribo herida, todavía ilusionada, como siempre en la cuerda floja del equilibrio entre tanta motivación falsa y la débil voz de mi mundo interior ¡Y en tantas ocasiones sin red!
Quiero poder. Quiero poder para tener la capacidad de ser y quiero mucho poder para que los demás puedan permitirse ser.
No admito recortes, en esto no. Quiero claves ¿Más? No, otras.
El cambio de las claves en política, en relaciones laborales, en economía, en salud, en relaciones sociales, en la escuela, en mi casa… ¿empieza por el cambio del clima, en mi corazón, en el estilo de vida, en tu corazón lector?
Quiero poder que evite el sufrimiento de los daños de la educación.
En este estilo de vida, en nuestra peculiar adaptación a la vida, pueden hallarse todos los errores que vamos a ser capaces de conservar como tentativas para ser reconocidos y aprobados por otros. Solo los modificaríamos si comprendemos que son errores y si tenemos el valor de aventurarnos por senderos nuevos y más sociales. Sus leyes, las de cada estilo de vida, gobiernan sentimientos, emociones, pensamientos y acciones… todos nuestros días.
Felices Reyes!
Feliz Navidad a todos
Feliz Navidad José! Muchas gracias 🙂