¡Qué palabra!Te crees que alcanzas su dimensión cuando tienes un hijo, y no has hecho más que empezar un camino, largo, satisfactorio, tortuoso, que te da la vida y te la quita.
Yo, por mi edad, he vivido muchas de mis circunstancias en el siglo XX, y en muchas cosas ya siento esa distancia que llaman generacional. Tengo relación, por mi trabajo en la escuela, con mamás bastante más jóvenes que yo. Me gusta hablar y conocer el sentir de las madres jóvenes, además de servirme para mi trabajo con los niños, también es un asidero que me ayuda a conectar con pensamientos más modernos que el mío.
Y no me siento representativa de nada pero es indudable que mi forma de ser y actuar responde a los cánones de una época, la que me ha tocado vivir. Quizá entro dentro de ese grupo de mujeres que ya no éramos educadas para atender su casa, su marido y sus hijos. Se nos dió formación, como a los hombres, para alcanzar plenitud personal por nosotras mismas, de forma autónoma, sin que nuestra subsistencia tuviese que pasar por depender del género masculino. Hasta aquí bien, pero en el desarrollo de este proyecto de “nueva mujer”, yo al menos, he vivido contradicciones. He tenido la oportunidad de cursar, primero la diplomatura y después la licenciatura, he tenido la oportunidad de elegir mi profesión, que vivo con total entrega, he tenido la oportunidad de formar una familia (numerosa)…pero la práctica de ese proyecto del que os hablaba es complicada. Tengo un anclaje fuerte con vivencias de la familia de antaño, en muchas ocasiones siento como frustración no poder dedicarme, no ya con más tiempo, sino, sobre todo con más energía a mi familia, a mis hijos, a mis mayores. Compaginar vida profesional con vida familiar es cuando menos complicado y si además tienes grabado a fuego el querer transmitir a tus hijos vivencias que tú consideras que no se deben perder, llegamos a la frustración. Si, frustración, por que el día tiene unas horas y tus fuerzas una medida.
No sería justo no reconocer que también los hombres de mi generación se han visto inmersos en esta especie de transición. Supongo que su estatus de padre/colaborador en casa, en muchos sentidos les habrá supuesto pérdida, pero que también , como nos pasa a nosotras, les ha abierto otras posibilidades, otra perspectiva de la familia, otro tipo de compañera, más cercana en lo intelectual, más enriquecida en lo social.
¿Hemos salido ganando? Pues mi respuesta es QUIZÁ, por supuesto, sí en formación, sí en autonomía, sí en posibilidades profesionales…pero no tengo tan claro que todo ese mundo que gira entorno a la vida de una mujer (hija y madre) no se resienta de las limitaciones que el desarrollo de su vida profesional conlleva.
QUIZÁ, vosotras, madres jóvenes habéis encontrado la fórmula. Yo, madre de 50 continuo mi camino sin superar las contradicciones.
Tengo 34 años y he vivido contradicciones muy parecidas a las tuyas. Que paradoja…
He optado por renunciar a la evolución profesional en pro de la educación de mis hijos, por lo menos de momento. No he dejado de trabajar (como hubiera sido lo normal hace unos años), pero he bajado el ritmo.
He crecido con la idea de igualdad entre hombre y mujeres, estudié una ingenieria donde las mujeres eramos minoría (eso que se supone que ya no pasa), y trabajé igual que ellos (ritmo frenético de 14 horas seguidas). Pero al tener mi primer hijo todo cambió, y sin darte cuenta acabas preguntándote dónde está la igualdad con la que has crecido, porque al ser madre desaparece.
¿Por qué sigue estando, mal no, fatal visto, que los hombres pidan la reducción de joranda?? Dónde está esa igualdad que me vendieron???
¿Por qué en en parque, reuniones del cole, médico, fiestas de cumple, etc… sólo veo a madres???
Alguno me dirá que es que en el fondo nos encanta hacernos las víctimas…
Pues si Marta, esta es nuestra realidad en el siglo XXI. Ten en cuenta que nos ha costado mucho llegar donde estamos, pero la situación no es ideal. En el día a día, más o menos, puedes con todo, a veces, todo a medio gas. Pero por la formación que hemos recibido se tienen expectativas profesionales, que redundan en desarrollo personal. A la vez tenemos que cumplir en el trabajo, en casa, con los hijos, con los mayores, con el marido…estar relajadas y contentas cuando llega el viernes y hay que disfrutar con los amigos. Al menos es complicado, mi reflexión personal, que no tiene por qué servirle a todo el mundo, es que la parte débil de nuestras vidas (niños, mayores) no deben ser las víctimas de este ritmo de vértigo que rige nuestro día a día. Por lo menos, últimamente, es en lo que he decidido gastar la mayor y mejor parte de mi esfuerzo. Muchas gracias por tu comentario, es bueno que de vez en cuando nos podamos permitir un pequeño desahogo.