Esta semana estamos conociendo a abogados, arquitectos, enfermeros, cocineros, artistas, médicos, peluqueros, maestros… Estamos conociendo a nuestros alumnos.
Es impredecible cuál va a ser la sociedad de la que ellos serán miembros en un futuro. Y sin embargo para el docente, está ahí el apremio por reconstruir planteamientos para atender a las exigencias que las transformaciones sociales imponen si queremos que sean hombres y mujeres capaces.
Es difícil que los padres, ahora mismo, sujetos a los vaivenes de sentimientos enfrentados, los de un periodo tan sensible como la adaptación, se descentren y pongan la mirada más allá del sabor amargo de una lágrima.
Es difícil pensar en la motivación que nos indujo a tomar la decisión de traer al niño a la escuela, ni que decir tiene que si solo era la necesidad del adulto, esto se agrava considerablemente.
Es difícil pensar en el futuro del niño cuando hoy, pierde el apetito, está irascible, enferma o no duerme.
Pudiera sonar extraño pero tengo la obligación de meter un revulsivo en mi escrito con el ánimo de contrarrestar el subidón de sensaciones negativas que algún padre pudiera tener. Para ello, vuelvo a lo tantas veces escrito, pensad en la verdadera finalidad del paso de los niños por la escuela. Están en sus tres primeros años de vida y tienen que jugar, con todas «las papeletas» de ganar, en su carrera de construcción personal, nunca más habrá tanta potencialidad por despertar ¡Es el momento, es su momento, el más significativo y trascendental!
En la adaptación el que anega pensamientos y corazones no es otro que el llanto. Asombro, temor, desorientación, se pintan casi por primera vez en las caras de los niños. Y el adulto se ve entre la necesidad y el deseo, se borra el plano racional y el emocional campa a sus anchas cada minuto del día ¡Es el momento del adulto, el momento de la gestión de la emoción!
¿Y cómo se hace esto? Pues vamos a ver, se puede ayudar mejor al niño si se conoce lo que siente. Las interpretaciones adultas no siempre se corresponden con la afectividad infantil, en esto también son específicos.
Los bebés hasta los siete meses aproximadamente, si lloran en la adaptación, no busquéis motivos ajenos a sus necesidades de alimentación, descanso, higiene, contacto y afecto. Dependiendo del temperamento lo harán más o menos pero igual que llorarían en casa. Para ello la escuela se ha encargado de tener una información exhaustiva de todas las necesidades del bebé y la manera en que era atendido en casa. A partir de ahí, comunicación y comunicación, diaria para que haya coherencia en sus vidas.
Es desde los siete meses cuando el llanto implica mucho más, a las necesidades anteriores, se suman las del apego y la ansiedad por separación de la madre para quedar en manos de extraños.
Voy a escribir otra cosa que también pudiera sonar extraña en los tiempos que corren, en contra de lo que pudiera parecer de sentido común, el objetivo no es silenciar ese llanto. Es una fase de desorientación y temor, su expresión y su modo de comunicarlo es el llanto, canal de llamada de atención pero canal precioso de liberación de tensión ¡Necesitan llorar!
Si les urgimos, se unen dos tensiones, la del adulto que no sabe cómo liberar al niño de este momento y la propia del bebé. No transmitimos precisamente lo que el niño requiere, naturalidad, tranquilidad, seguridad en su nuevo entorno para poder vincularse a nosotras desde la confianza.
Debemos permitir y respetar su llanto, comprenderlo y atenderlo como merece, cálidamente. De esa manera tranquila, el niño ganará día a día los centímetros de conocimiento de su nueva situación, sintiendo que su capacidad de expresión no se ve mermada y paralelamente fortaleciéndose en una conquista que solo puede ser de él, la adaptación.
Del artículo pudiera desprenderse que hay muchos niños en esta situación en la escuela, este curso no es así, pero no quería dejar atrás este periodo sin que conocieseis otra perspectiva, otra manera de leer el lenguaje del llanto.
Acordáos de que hemos empezado la andadura hacia hombres y mujeres imaginativos, autónomos, seguros y solidarios.
¡Un abrazo!
Primero, me encantó esta visión tan comprensiva del llanto de los peques y de la angustia de los mayores frente a el. Y leyendo, recordé una época de mi vida ( que no fue mucha no por falta de ganas sino por otros motivos) que inicié un Proyecto de «Jardín Maternal» y atendíamos a bebés desde 45 días, hasta 3-4 años, y sí que hubo llantos, y nervios por parte de los padres. Pero es una etapa que se supera, con una gran dosis de contención afectiva, que seguro que vosotr@as la ofrecéis…Beset
Pienso que los adultos en el ansia de ver al pequeño no sufrir, nos olvidamos que el llanto no es la causa del problema, puede ser de las pocas soluciones que están al alcance del niño. Llorando nos requiere, llorando expresa su pena y llorando libera su tensión.
Creí oportuno hacer esta pequeña reflexión ahora que tanto se lee en contra del llanto, una parada para racionalizar su etiología puede aclararnos muchas cosas y quitarnos de la cabeza esa inercia de tapar la expresión del sentimiento de manera urgente. Hay niños que dejan de llorar sin haberse adaptado en respuesta a expectativas de los padres y en mi opinión es más difícil su proceso porque sienten que no pueden externalizarlo.
No es fácil para nadie la adaptación, como dices, los nervios andan a flor de piel y solo la calma y el apoyo comprensivo se lo hacen fácil a los chicos.
Muchas gracias Sil por tu aportación.
Un beso.
Gracias Marisa, qué importante hacer comprender a todos que el cambio y la adaptación a los nuevos lugares, rutinas y personas de referencia se debe llevar a cabo con mimos, amor y unas grandes dosis de paciencia.
Nuestra paciencia que es su tiempo, el que cada uno de ellos necesite para vivir en su nuevo hogar, la escuela.
Buena adaptación.
Sin duda las mejores herramientas Belén, amor y paciencia, ese amor que deja ver al otro, lo que siente y necesita. La angustia del sufrimiento de los niños a veces, a los adultos, no nos deja ver la manera de ayudarles. Pensar en ellos, en lo que son capaces, en lo que necesitan y en lo que sienten, descentrándonos de los argumentos adultos, tan lejanos para los chicos.
Muchísimas gracias por tu comentario y por tus deseos. Un abrazo grande.
Ufff.. qué difícil está siendo…Bernat, 11 meses…no sólo llora cuando le dejo, también cuando me ve que le voy a recoger…estira los bracitos y empieza a gemir …lo estoy pasando fatal…no quiere hacer siesta i llega agotado…llevamos 4 días y me parecen 4 meses…y eso que conozco a la profe y me encanta! menosmal…que si no… gracias por el artículo!
Lo es Marga, el llanto de un bebé hace daño al corazón, ni que decir tiene al de su madre. Muchas veces pienso que si se tuviera la posibilidad de poner un vídeo que saltase las barreras del tiempo y os dejase ver al niño al final del curso, sería una maravilla. Toda esa intranquilidad que generan los primeros días desaparecería de un plumazo porque la escuela les hace bien.
Confía en la educadora, cuéntale lo que sientes para que te pueda ayudar, seguro que sus palabras amortiguan algo de la tristeza. Intenta que el niño descanse bien en casa para recuperar energía, dale proximidad que buscará más insistentemente porque no sabe que la estancia en la escuela es de unas horas y su organismo se pone en alerta para asegurarse tu cercanía.
Paciencia y toda la naturalidad que seas capaz de mostrar.
Escríbeme cuando lo superéis, me alegrará saberlo. Muchas gracias.
Un abrazo.
Muchas gracias Marisa! ya te contaré! un beso y mucha energía para este curso!
Hola Marisa! lo prometido es deuda, así que te cuento que Bernat se acabó adaptando bastante bien. Lloró durante 3 semanas hasta que un día se tiró a los brazos de la educadora. ya no le cuesta dormir (aunque no duerme tanto como en casa) y cuando le vamos a recoger le vemos feliz y contento….así que…prueba superada! un saludo!
Agradecida por tu atención y feliz con las noticias sobre Bernat. Ya estableció el vínculo, se siente seguro y confiado, así es que a su tarea ¡Descubrir mundo!
Un abrazo grande Marga 🙂
Buenísimo post Marisa, es una perspectiva muy lógica, como me dijiste en su día hay que entender y respetar el lenguaje del niño en este caso su llanto. Si es su manera de comunicarse y no solo quizás porque requiera alguna necesidad, sino porque necesita llorar, como cuando nosotros necesitamos gritar. No soy madre, tu si y seguro que una gran mami, pero me imagino que cuando tu pequeñin llora te preocupas por si necesita algo o le pasa algo, se alarma tu corazón y puede causar angustia cuando no para de llorar, pero como bien dices hay que dejar que se exprese y atenderle con calidez. Yo de bebé lloraba mucho, cada poquitas horas tenia hambre jiji, eso decia mi mami, porque con medio año tomaba biberones más grandes de los recomendados a esa edad sino no me saciaba, pobre mi mami la tenia loca, pero quizas también mi llanto profundo era mi forma de querer respirar y gritar. Muchas gracias por ayudarnos a reflexionar y entenderlo. Siempre aprendo mucho de ti, y admiro lo que haces, gracias por compartir conmigo algo más que palabras, sincera amistad. Un abrazo
A los adultos nos agradaría ver una sonrisa siempre pintada en la boca de los niños y debemos propiciarla pero no hay que tener miedo al llanto, ni ser un tapón que obstaculice su expresión. Muchísimas gracias por tu visita y tu comentario Noelia ¡Un abrazo grande!
Gracias por tus palabra Marisa, me encuentro en el momento de no saber si tirar la toalla y dejar de llevarle o continuar y que sea lo que Dios quiera. Llevamos desde el dia 10 ya terminamos el periodo de adaptación y nos esta resultando cada dia mas difícil. Tiene 20 meses y llora al llevarlo desde antes de salir de casa y de nuevo al recogerlo.
En casa estaba mas o menos bien, pero esta semana llora hasta cuando lo cambiamos para el paseo de la tarde pensando que lo cambiamos para ir a la guarderia. Llorar no llora es mas un quejido porque no le salen lagrimas pero es igual de doloroso para mi verle en esa situación.
A veces pienso que no llegare a ver el dia en el que se adapte.
Hola Nieves, me dices que lleva 17 días y que estáis agotados. Mi consejo es que hables con su educadora y le comentes cómo te sientes, también sería bueno que si te dan la posibilidad de verlo a media mañana sin que el niño se diese cuenta lo pudieras hacer. Los niños no tardan todos lo mismo en superar lña ansiedad que les ocasiona la incorporación a la escuela, se ven obligados a incrementar sus conductas de aproximación a la figura de apego «su madre», lloran más, quieren que los abraces continuamente, no soportan la idea de perderte de vista… y esto es durísimo para una madre. Pero en muchos casos todo ese comportamiento, cuando ya llevan 15 días, solo lo manifiestan en el momento de la separación y después en la salida para descargar su tensión, mientras que en la escuela empieza a remitir el susto y se van acercando a su nuevo entorno, aunque sea tímidamente.
Pudiera ser el caso y verlo te tranquilizaría mucho. Si es así y va mejorando aunque sea poco a poco, ten paciencia y muestra tranquilidad, con ello le darás la mejor ayuda que precisa en estos momentos.
Si quieres volver a comentar cuando hables en su escuela, estoy a tu disposición. Un abrazo muy grande.
Acabo de ver este post, por suerte o por desgracias mis mellizas tuvieron que empezar con 2 meses la guarde, por lo que para ellas era rutina y conocían a las educadoras desde siempre.
Mi “problema” viene ahora con dos años y medio, han empezado ingles jugando para niños, hasta hace un mes íbamos a otro sitio y yo podía entrar con ellas en este nuevo no. Y aunque solo es una vez en semana y entran las dos juntas, Ariadna no para de llorar, es irónico, pero es la que mejor se queda con la copla de lo que les dicen. Ellas van muy convencida “a case inge” pero en la puerta cambian de opinión y eso que yo las veo a través del cristal que hay. O entran y al rato empieza a llorar, llevamos 4 semanas Y no sé qué hacer, si seguir o volver a la que entrabamos todas.
También me preocupa el inicio del colegio, donde van a ir separadas de clase… y me creo que ir a ingles sin mi les servirá para despegarnos un poco. ¿Qué me piensas?
Hola Olga, al empezar con dos meses en la escuela las niñas no sufrieron los efectos de la adaptación porque todavía no tienen capacidad para «sufrir ausencia». Ahora perciben los cambios y por lo que me cuentas, más Ariadna que así como aprende fácilmente los contenidos de inglés también es más sensible a la nueva situación.
Yo hablaría con la profesora para saber cómo encuentra ella a la niña. También reflexionaría sobre su jornada cotidiana, a veces, no es disgusto por la actividad, tan solo expresión de fatiga. Por supuesto, una charla con la niña, sin preguntas directas pero que le permita sacar las inquietudes que está viviendo, también es muy importante.
Si una vez sopesados todos esos datos ves que la profesora te pide paciencia, que la niña no expresa malestar concreto… aplicaría los mismos criterios que para la adaptación a la escuela, naturalidad, fortaleza, estar a su lado, facilitar la exteriorización del sentimiento y ayudar con conversación positiva hacia el cambio que habéis decidido.
Inténtalo y me comentas.
Suerte, besos!!
Hola Marisa,
te escribo para comentarte que ya entran solas y sin llorar!!! hasta me puedo retirar de la ventana, cuando miran y no me ven no lloran. Estan participando en las actividades de la clase y salen contentas.
Muchas gracias por tu ayuda.
Un abrazo
Ole y ole para esas pequeñas/gran campeonas!! Mil gracias Olga 🙂 Besiños.
Hola Marisa,
Como me aconsejaste he hablado con la profe de inglés, me ha comentado que unos niños tardan más que otros en querer entrar solos, se me olvido decir que la clase la forman 5 niñas y dos son mías, así que la profesora puede estar más pendiente de ellas. Hemos decidido que si se ponen muy nerviosas puedo entrar un rato para calmarlas. Te cuento la experiencia de hoy: Ariadna no quería entra, Nai se le igualo y he entrado con ellas unos 10 minutos y me he salido, han participado en todos los juegos, por lo que de los 45 minutos que dura la clase solo me han reclamado los 10 primeros.
Con respecto a si podría ser fatiga… pues los jueves las recojo antes para que duerman la siesta en casa para que no se les haga la tarde muy pesada. La verdad que hoy han disfrutado de la clase y me ha encantado escucharlas contestar cuando le preguntan, bueno y cuando no les preguntan también contestan.
Muchas gracias por tu ayuda, me ha venido muy bien tus consejos… así no lo pasamos mal ninguna de las tres.
Un saludo
Contenta de leer tu tranquilidad y la satisfacción de las peques. A tu disposición Olga.
Un abrazo.