Llega un momento en la vida de un blog en el que escribir sobre determinados temas pudiera dar la impresión de reiterativo. Se inicia un nuevo curso y con él llega también ese proceso de especial relevancia para el futuro «ser y estar» del niño en una escuela infantil, es el proceso de adaptación.
Como cada año, escribo para las familias que estrenan con sus chicos vida escolar y que pudieran andar surfeando las aguas procelosas del batiburrillo emocional que estos primeros días de escuela suponen.
Siempre que retomo el tema echo la vista atrás, releo las recomendaciones y reflexiones de antaño e intento volverme del revés para no caer en la tentación de pensar que con la obligada planificación que como educadora se hace de objetivos, actividades, espacios, tiempos y recursos, más el listado de pautas que se ofrecen a las familias, sea suficiente. Porque correría el riesgo de ser una mera organización que sin duda puede satisfacer la obligación del profesional educador pero que resultaría quizás, distante de las perspectivas y necesidades de las familias.
Bien, como os decía, en la atención al inicio de esta relación de mutua influencia, familia y escuela, los artículos escritos desde la formación y la experiencia de este centro ya son varios. Y considero necesaria «una curación de contenidos» que ofrezca, a día de hoy, la síntesis del mensaje que queremos compartir.
En el primero que divulgamos se lee a una autora mediatizada por el modo de hacer antes de Escuela enREDada, se leen pautas más o menos «oficiales», esas que hemos observado a pies juntillas durante años las escuelas y que por obra de la magia de la red empezaron a circular allende los mares.
En los posteriores, creo que no me engaño si leo entre renglones las motivaciones y efectos del proyecto que parimos hace dos años, Escuela enREDada. A partir de ahí, los canales de comunicación se abrieron de tal manera que todo en la escuela adquiere otra dimensión, también en este momento difícil para los niños, amargo para los padres, delicado para las educadoras. Por ello pienso que la misma palabra que tecleo hoy, adaptación, cobra un significado nuevo, el enREDo nos ha acercado a las familias, los vínculos son otros, la comunicación ha fluido y con ella son distintos los contenidos que manejamos, las sensaciones que tenemos, las opiniones que atendemos, las inquietudes que compartimos… En esta ocasión reflexionamos sobre una adaptación que quiere dejar de poner el foco en la transmisión teórica que poca mella hace cuando los corazones están anegados de emociones para volcarse en preparar la adaptación del sentimiento.
Sin prescindir de la información, tan necesaria para conocer, sin prescindir de la generosidad en disponibilidad de acercamiento tanto al equipo como a las instalaciones de la escuela pero especialmente abiertas a comunicar con el lenguaje que se maneja en el periodo de la adaptación, lenguaje propio, un lenguaje más interior, el del sentir.
Partimos del esfuerzo grande que tienen que hacer los padres para superar los dictados del instinto de protección, especialmente en las madres para confiar el cuidado y atención de su bebé a personas prácticamente desconocidas. Las dudas atenazan ¿quién es esta mujer que rodeará a partir de ahora con sus brazos la fragilidad de mi criatura? ¿le dará todo lo que necesita? los miedos afloran ¿habré sobreprotegido a mi hijo y no sabrá desenvolverse fuera de mi regazo?, hasta la culpa y los celos se hacen un hueco ¿por qué tengo que abandonarte? ¿por qué mi pequeño mira con ternura a otra persona si hasta este instante su mundo solo era yo?, los hábitos se cuestionan «mi chico mama a demanda ¿cómo aceptará unas rutinas diferentes o incluso alejadas de mis planteamientos?…
Cada familia tiene su rompecabezas personal, para unos más difícil de armar que para otros dependiendo de características personales pero en casi todos los casos son «los sentimientos, y no tanto los razonamientos, los que sobrevuelan la atmósfera de la adaptación».
Por ello, la finalidad del artículo de hoy es pedir permiso para hablar a vuestro corazón y así como el curso pasado hacía hincapié en el llanto de los niños y os conminaba a:
aceptarlo como una de las escasas herramientas comunicativas de que disponen los niños de corta edad, e incluso repasábamos juntos la obligación de tener en cuenta una emocionalidad muy dispar de la del adulto ¡atención a características evolutivas, según la edad del niño el periodo de adaptación es distinto en sus manifestaciones! Que no debía engañarnos su ausencia porque un niño que no llora (reacción activa) en adaptación no siempre es reflejo de que esté mejor, hay otros signos (reacciones pasivas) que el adulto debe saber ver e interpretar, inhibición, rechazo, inseguridad… son también expresión de lo que el niño siente hasta que percibe que la nueva situación no implica estar solo, que otras personas le cuidan, le atienden, le protegen y le quieren. Que es un reto considerar la parte positiva y necesaria del lloro de un pequeño que se encuentra desorientado. Comprender manteniendo la calma y abandonar la urgencia de poner freno a su malestar son mediadores eficaces, respetamos la liberación de tensión y el niño se siente escuchado y atendido en la necesidad.
En esta ocasión os invito a focalizar el esfuerzo en vosotros mismos porque preparar la adaptación comienza como casi todos los procesos educativos con una reflexión que tenga en cuenta quién es el niño, qué le vamos a enseñar y cómo vamos a hacerlo. La propuesta es:
- Ten en cuenta las características evolutivas del niño, insisto, no solo es deseable, es imprescindible no exigir lo que no está a su alcance «no puede jugar el primer día porque se siente inseguro», si necesitas ese logro para disipar ansiedad puedes encontrar el efecto contrario, la frustración, ten paciencia porque el niño está haciendo lo que debe, recelar hasta conocer.
- No le pidas moderación en la canalización de sentimientos sin antes no haber logrado apaciguar los tuyos. Los niños pequeños responden a expectativas del adulto, ello les asegura su cercanía y aprobación, si perciben angustia actuarán con angustia. Tu tranquilidad es también la suya.
- Rompe con la tozudez de los sentimientos negativos, mascullar los miedos no es resolutivo y te cegará ante los pequeñitos logros que a diario y de manera queda mostrará el pequeño.
- Focaliza la energía, invierte en positivo, es más esforzado pero mucho más rentable. Pon en alza los éxitos, cuida el lenguaje, evita palabras como «no, nunca, otra vez…»
- Si te incomoda lo que ves, si no entiendes lo que pasa, si algo de la nueva situación te desconcierta, para, no hagas interpretaciones que pueden no ser ajustadas a realidades. Utiliza los canales de comunicación, abre las puertas de tus sentimientos y permite que la educadora te escuche, te ayude a poner orden en la inquietud, la orientación profesional puede mejorar mucho el proceso. Recuerda que estamos trabajando en la misma dirección.
- Habla al niño siempre en positivo de la escuela. Tus sentimientos le hablan del mundo, lo ve por tus ojos.
- Entra en la sala porque conocer es valorar y la mejor manera de combatir la desconfianza. Si tu confías es más fácil que el niño confíe. Si lo necesita el niño permanece junto a él, intégrate en la rutina de la escuela, pero no medies en su interacción con otros niños, ocúpate de tareas (saludar, colocar batas, repartir juguetes) de este modo compartirás y le acompañarás en su nuevo status de miembro de un grupo. Si el niño da muestras de ansiedad no alargues la despedida.
- No te engañes, no le engañes, despídete. Recuérdale antes de marchar que volverás a buscarle.
- Procúrate el tiempo que necesites para mostrarte ante el niño como el adulto sereno y cálido que precisa, si te concedes ese margen también se lo darás al niño para afrontar su periodo de adaptación con ritmo personal. Todo puede ser más agradable.
- Realiza una planificación que te sirva de guía en estos días, al niño le será de gran utilidad. A la hora de la salida da rienda suelta a la alegría del reencuentro, organiza actividades de las que hayas hecho partícipe a tu peque por la mañana ¿qué tal un paseo atractivo, la lectura de aquel cuento que te gusta? Antes de cenar e ir a dormir practicad juntos juegos relajantes, gastará mucha energía en su nueva jornada y es conveniente que las rutinas familiares le devuelvan sosiego y faciliten alimentación y descanso reparador.
Es difícil hablar de proximidad cuando aún somos solo extraños pero también somos aliados en una empresa grande, ofrecer lo mejor de nosotros en beneficio de los niños. Por eso es importante no quedar atrapados en la telaraña de las manifestaciones del periodo de adaptación, se trata de estar ocupados en ellos pero no preocupados. Con esa mirada larga que tantas veces reivindico en las tareas educativas. El niño merece respeto a «su dolor» pero solo nosotros los adultos sabemos que está accediendo a oportunidades sin fin de socialización, esa socialización que no se reduce a jugar con otros sino la que abre un abanico de experiencias de las que el niño aprenderá por imitación e identificación ese montón de conocimientos, actitudes y pautas que con estos primeros intercambios del Primer Ciclo de Infantil, configurarán la calidad y solidez de los posteriores.
Y por último, lo que quería aportar este años este artículo es la idea de que no hay una adaptación, que por mucho que escriba no abarcaré todas porque cada familia tiene su idiosincrasia, que los sentimientos deben ser escuchados, comprendidos, reforzados y/o modificados. Entre todos es más fácil ¡preparemos una estupenda y sólida adaptación!
A vuestra disposición siempre…
¡Un abrazo!
Con tu permiso Marisa. Voy a compartir tus palabras pq
Creo q van a ayudar a más d una familia.
Y mucha fuerza en vuestra adaptación, q ya falta poco .
Un beso .
Con mi permiso y con mi agradecimiento Yolanda. Aquí estamos a su disposición para lo que necesiten, es un periodo muy importante para el devenir escolar de los niños. Si lo preparamos juntos es más sencillo y sin duda se benefician los chicos.
Un abrazo grande!!
Muchísimas gracias Marisa, me será muy útil porque nos estrenamos como papás primerizos con una peque de 13 meses que en septiembre afrontan esta nueva etapa.
Pues a tu disposición Malena, este artículo tiene la intención de «preparar para la adaptación», escribirlo solo es el inicio del proceso, las reflexiones y si es vuestra voluntad, la expresión de lo que vaya aconteciendo, el intercambio de inquietudes y opiniones… le darían sentido y plenitud. Cualquier duda o aportación sobre las vivencias de la incorporación de vuestra peque serán bienvenidas.
Ánimo!! Un abrazo grande!!
Marisa,millones de gracias por tu articulo.Queria preguntarte si consideras necesario que la adaptacion al horario sea progresiva.Tengo una peque de nueve meses que va a empezar ahora y en su escuela lo dejan a nuestra eleccion.Un saludo y enhorabuena por tu extraordinaria labor.
Hola Almudena, tampoco en nuestra escuela hay una manera prefijada de incorporación. Comentamos a los padres que su disponibilidad física o bien las de los abuelos, durante una semana es importante, de tal manera que el niño accede a la escuela el primer día, hay un primer contacto con la casa sobre la hora u hora y media de estancia del peque en la escuela y es ahí, en esa conversación donde de manera conjunta se valora el estado de ánimo del chiquitín o chiquitina y la estrategia a seguir.
Si ha llorado de manera continuada aconsejamos recortar jornada, esto evita sobre carga de tensión y poder mantener la regularidad de asistencia durante una semana, factor muy importante para que el niño deduzca cuáles van a ser sus nuevas rutinas. Es decir jugamos con tiempo de familiarización pero según respuesta del niño mantenemos o no todo el horario de la jornada.
Claro que esto no siempre es posible, depende también de las condiciones laborales de los padres. Al fin la incorporación es vida y como tal hay que manejar muchas variables.
Suerte con la peque y buen hacer!!
Muchas gracias por comentar, nos interesará conocer vuestra experiencia, ayuda a otros padres.
Un abrazo!!
Muchas gracias por la información, alguna recomendación especial para los peques que vuelven? mi pequeña de 18 meses vuelve en Sept. y ha estado de vacaciones desde el 21/06, periodo de adaptación y horarios a establecer entre la familia y el centro sobre la marcha, según vayamos viendo a la peque. Muchas gracias
Como información Silvia supongo que sabes que en esta segunda incorporación a la escuela la niña ya es más consciente, si empezó el curso pasado antes de las siete meses tendría escasa respuesta emocional porque si las pequeñas rutinas adquiridas hasta el momento se le respetan no «sufren angustia de separación». Bien, dicho esto, la niña cuenta con una experiencia previa que le dota de recursos de asimilación de la nueva situación, ya ha sido miembro de un grupo, ya conoce estrategias de autonomía, ya sabe de los beneficios de la socialización. Sin embargo puede acusar como nos pasa a los adultos la vuelta a las rutinas, el verano es el horario «sin horarios» y es la luz, el aire y el agua, la escuela es meterse en edificio por mucho patio que haya, entrar en obligaciones y rutinas y eso cuesta asumirlo, como también nos pasa a los mayores con el trabajo. Pienso que una acomodación en los hábitos de alimentación y descanso, cercana a la de la escuela siempre le será beneficioso para no sufrir el contraste en todos los aspectos de sus nuevas jornadas. Por lo demás pues charla en positivo anticipatoria y que prepare para la incorporación y como dices estar atenta a sus respuestas porque cuando hay posibilidad de modificar horario y metodología tanto por parte de la escuela como de la familia, lo que manda es la necesidad del niño.
Suerte, cuéntanos cómo le ha ido!!
Mil gracias.
Hoy por hoy, como ya pasé la primera adaptación con Sofía ( y no me toca la segunda hasta octubre) ahora mismo tengo pocas preocupaciones al respecto porque sé de antemano que el peque va a estar muy bien con todas vosotras. Eso es una ventaja para mi y para él, porque a la larga les transmitimos a los pequeños nuestras preocupaciones y espero que esta vez, el periodo de adaptación de Gabriel sea más liviano. Un fuerte abrazo a todas.
Muchas gracias Begoña por compartir tu experiencia, sin duda será un aporte para otras familias. El peque lo tendrá mucho más fácil que Sofía por diversos motivos, es más chiquitín que cuando empezó la niña y no sufrirá angustia de separación y por otro lado la experiencia, conocer, siempre es tranquilidad.
Un abrazo enorme!!
Marisa muy oportuno el artículo. Yo ya estoy pensando en la adaptación y como dispongo de tiempo mi plan es a largo plazo. Tanto que me dicen que es innecesario porque si ha de «pasarlo mal» lo hará igualmente.
En octubre con 7,5 meses empezamos a ir juntos una hora 3 días a la semana a lo que llaman bebeteca (cuentos, juegos, masajes…) en Noviembre irá ya él solo 3 horas por la mañana. Y en Diciembre ya comerá allí y pasará 8 horas.
Este plan servirá de algo desde tu experiencia?
Gracias
María toda la experiencia de acercamiento y socialización que hayas procurado a tu niño hasta ese momento tiene signo positivo, primero para su enriquecimiento personal, sin duda es sumatorio de vivencias de intercambio y relación en las que ha aprendido, no solo lo que tu pretendías sino un abanico mucho más amplio de habilidades y destrezas. Y en segundo lugar le has favorecido oportunidades en las que no es «el niño único, rey de la casa», se ha percibido como miembro de un grupo y algo de poso habrá quedado en su beneficio.
¿Esto quiere decir que no vaya a llorar? Pues no, no es matemática pura. Ya sabes que yo no cifro el bienestar en que no lloren, hasta me parece saludable que lo hagan, podría parecer que un niño que modifica su entorno completamente, y que por primera vez se enfrenta a ejercer potencialidades propias de manera autónoma, no sería del todo consciente de ese terremoto en su vida si pusiese una sonrisa de oreja a oreja, él no tiene ni idea de lo que hemos decidido, de que no conoce ese sitio, que no conoce qué les espera… en principio, solo supone desconcierto.
En definitiva, sigue planificando, sigue apoyando autonomía pero piensa que la última palabra la tiene el sentimiento del niño.
Ya nos contarás!! Ánimo!!
Un abrazo.