Post, cuaderno de bitácora de un taller. Y ahora con mayúsculas, el Taller de San Isidro, enmarcado por el Proyecto Padres en la Escuela, acontecimiento educativo familias y educadoras en el entorno de la escuela. Se inició con una invitación llena de optimismo e ilusión. Creo que el motivo ha sido un poco lo de menos, queríamos vivir la experiencia de un programa continuado en el tiempo (una semana) en el que con la interacción de niños, padres y educadoras tuviéramos la oportunidad de compartir.
Lunes, día 9 de mayo.
Los padres están informados, a través del blog y también de un correo electrónico, hemos trasladado la invitación y el programa e instado a participar y colaborar. No es fácil para todos, esto es una obviedad.
Por la mañana, ya estamos preparadas, la actividad hilvanada, vamos a hacer la ambientación de la verbena que tendrá lugar el viernes. Claveles, cadenetas, mantones, farolillos… de todo y entre todos.
A las tres y media, en el patio, las mesas, los materiales… los niños un poco desconcertados, expectantes. Esto de las mesas en el jardín no acaba de encajar en sus esquemas y de momento, no saben qué cara poner.
No vienen muchos padres (rectifico madres, porque padres sólo aparece uno que ante la mayoría femenina aplastante, decide batirse en retirada). La actividad de este primer día es la flor emblemática del traje regional, el clavel. Pero detrás se esconde el objetivo, buscamos la acción integradora de la familia y la escuela en la educación de los niños . Pinceles, ceras… el rojo ya se extiende por los folios, por las mesas. Cris nos tiene ambientados, una música no habitual en la escuela «Madrid, Madrid, Madrid… « «Con los nardos apoyaos en la cadera…», para ir calentando motores. Las madres recortan, enrollan papel de seda para los tallos, ríen, charlan, observan y se involucran y nosotras vamos armando las flores, conversamos, observamos y compartimos.
En el transcurso del taller, otros papás que vienen a recoger a los peques, ponen cara de extrañeza ¡no han leído el mensaje! Bueno, no pasa nada, el taller va a durar varios días ¡hay tiempo para reengancharse!
Martes, 10 de mayo.
Estupendo, somos muchos más, ensanchando y consolidando lazos. Los chicos ya saben qué vamos a hacer ¡aprenden a la velocidad del rayo! Hoy, con papel de embalar, mantones y con papel de seda, cadenetas. Unos recortan, otros pegan , otros dan color. Y el patio se pone de faena, los peques parece que hubieran estado toda la vida de taller, ya no acusan ese nerviosismo que les supone salirse de la rutina y estar en compañía de tantos padres (otra vez el lapsus, perdón, madres).
Miércoles, 11 de mayo.
Estamos en el ecuador de la semana taller, ya hay guirnaldas, mantones, claveles… de tanto oír la música que nos pone Cris parece que los pies quieren más. La mamá de Carlota me comenta que en Carrefour hay un grupo de personas mayores que todos los días bailan chotis ¡Pero bueno, qué fantástica idea! Sin pensármelo dos veces allá que voy. Bueno, un café, charla amena con alguna de las integrantes del grupo, dos bailes presenciados (que no bailados) y nada más. Tienen una agenda muy completa y no puede ser. Mi proposición, que viniesen a la escuela a hacer una pequeñita exhibición para mis chicos.
Jueves, 12 de mayo.
Hemos tenido que cambiar la programación. El tiempo que hasta ahora era precioso ha decidido no dejarnos claro si la verbena podrá ser en la calle o no. Deberíamos haber decorado pero no podemos exponer a las delicadas cadenetas a una tormenta de las acostumbradas en Madrid en estas fechas. Inventamos más decoración y nos centramos en la espontaneidad y la frescura de la charla.
Y aquí acaba el taller, espero que no sus efectos. Nosotras hemos aprendido y disfrutado compartiendo.
Para no prolongar el post tengo que utilizar el consabido «continuará», que a estas horas ya sabéis que así ha sido con la merienda del viernes, 13 de mayo, mientras esperáis una muestra…
Marisa, la iniciativa ha sido un éxito. Como madre, un orgullo que se abran las puertas de la escuela. Poder compartir espacio y tiempo con mi hijo, con sus compañeros, con su profesora con las madres de sus compañeros, con todas. Ha sido como en el cuadro de Sorolla cuando las mujeres cosían las velas… precioso, armónico, risas, compartir… ¡qué rico es compartir! Otra vez gracias por esta oportunidad.
Yo también creo que ha sido una experiencia muy positiva, en la que todos hemos aprendido algo de todos y con todos. Muchas gracias Marina, un besiño.