Este fin de semana he tenido la oportunidad de impartir tres talleres de Disciplina Positiva en Barcelona, una enseñanza que hunde sus raíces en la Psicología Individual de Adler y Dreikurs y que cuenta con una trayectoria esforzada en numerosos países del mundo.
En España es joven, tan solo hace un año que un puñado de personas interesadas en la educación democrática nos formamos como facilitadores.
Hasta hoy, en pequeños grupos y robando horas a nuestro tiempo de ocio y descanso, habíamos reunido a familias para hablar de relaciones armónicas con los niños, precisamente cuando más las necesitan, cuando se enfadan, cuando se portan mal, cuando parece que nos afrentan y nos desafían. Sin embargo, esta ha sido la primera ocasión en que he tenido la satisfacción de compartir Disciplina Positiva con ese otro vértice del triángulo educativo, los docentes.
Como bien podréis comprender no me ha costado ponerme en su perspectiva, «de su lado», y como también los que me conocéis imagináis, he gozado trasladando el mensaje de la necesidad de escuelas y colegios integradores de sinergias que basen sus propuestas en vinculaciones sólidas entre todos los agentes que contribuimos a la enseñanza y a la educación.
Una agenda de contenidos muy apretada porque tan solo contábamos con cuatro horas, colegio Santa María del Pino, en Alella. Aún así hemos ido recorriendo el camino que supone ser mediador entre el conocimiento y la cultura, entre la enseñanza y el aprendizaje. Hemos expresado la dificultad que nos supone invertir mucho esfuerzo y sin embargo, tantas veces, caer en el desánimo pero también, desde el coraje del reconocimiento de la no omnisciencia, ni la omnipotencia, que los docentes necesitamos ayuda para llevar a cabo la tarea de la educación.
Nos hemos mirado por dentro, cómo funcionamos y el porqué lo hacemos así (razones biológicas). Hemos reflexionado sobre la importancia de conocer a qué invitamos a los niños con nuestro estilo de docencia y el color del estilo perceptivo. Esta información es herramienta poderosa para entender cuál es la cuota de contribución adulta al mal comportamiento infantil, a la necesidad de búsqueda de atención indebida, a las luchas de poder y bucles de venganza a la incapacidad y desaliento de los niños.
No hay eficacia educativa si no nos metemos en los zapatos de los niños para tomar consciencia, saber quién es nuestro interlocutor, cómo piensa, cómo siente, cómo decide y qué le motiva.
El desarrollo socioemocional no puede ser un apéndice en el currículo escolar, debe ser la forma en que se entretejen las relaciones de todos sus miembros, las rutinas y la base sólida de todos los procedimientos.
Un alumno no es un expediente de logros académicos, tampoco un sujeto con problemas a detectar y por tanto comunicar a sus familias, ni un individuo que “se puede producir” como socialmente aceptable a base de refuerzos y castigos.
Un alumno debe ser percibido y tratado como miembro de la sociedad digno de respetarse a sí mismo, digno de ser respetado.
La vía del aprendizaje tiene dos raíles, los contenidos académicos pero también, y sobre todo, reconocer y alimentar el sentimiento de pertenencia de los niños, alentar su valía personal, estimular el uso constructivo del poder personal. Si tan solo tenemos en cuenta el logro académico el tren del aprendizaje puede descarrilar.
Podemos motivar el interés de los chicos capacitando, forjando sentimientos de comunidad que respeten la unicidad de cada corazón, de cada mente en entornos de apoyo. Al fin ¿no es nuestro papel como docentes alentar crecimiento?
Hemos estado dibujando con el pincel de la ilusión y la esperanza el mapa de una escuela que desarrolle relaciones respetuosas, estableciendo normas, límites y objetivos desde la cooperación, fijados por consenso, más motivadores por tanto y más fáciles de llevar a la práctica porque cuentan con la voz y la participación de todos.
He percibido que el mensaje del lenguaje de la amabilidad y la firmeza en la educación caía en terreno fértil, tal vez este equipo docente siente como yo sentí cuando creamos Escuela enREDada, que otra manera de enseñar nos aleja de lo insatisfactorio de prácticas reactivas que no ayudan a los niños, de estilos educativos con apariencia de democracia pero tan solo en terminologías y que en el discurso real mueven el comportamiento infantil con premios y recompensas, perdiendo de vista la necesidad infantil de ser atendido en lo prioritario, la capacitación humana, la autonomía personal y las habilidades sociales y emocionales.
He percibido también que el mensaje positivo nos desconcierta, en cierta manera hace aflorar temor y dudas ¿construir educación de esta manera no lleva demasiado tiempo? Piénsalo, sin la oportunidad de entornos cálidos y respetuosos donde el niño pueda desarrollar autodisciplina y autonomía ¿puede haber crecimiento? ¿o tal vez solo se invita a la evasión? Si no se consigue unificar las clases no es posible aprovechar el tiempo ¡El grupo crea y forma valores! No lo dudes, trabajar acuerdos, normas, rutinas, conflictos, enfoque en soluciones… entre todos, contando con la unicidad de cada miembro, construye a la persona y construye el nosotros que genera principios y valores de comunidad en la que cada uno se puede sentir apreciado, valorado y querido ¿No debe ser este el clima del aprendizaje?
Este ha sido un capítulo más de mi aprendizaje de Disciplina Positiva en acción, información, consciencia, herramientas y ganas de llevarlo a cabo, aprendiendo cada día de y con todos vosotros. Disfrutando de un fin de semana muy intenso, con la ilusión de que ningún niño se sienta invisible en su escuela.
Muchas gracias a Isabel Brinques que lo ha hecho posible y también a las familias del taller del sábado por la tarde, un grupo de personas con las que tenía vínculo en la red y que he podido abrazar y crear lazos más fuertes, los de esta enseñanza.
¡Que el mensaje de la Disciplina Positiva sea fecundo y valioso para vuestras vidas!
Me encanta Marisa tu propuesta, y se nota que tus compañeras disfrutaron tanto como yo cuando estuviste por tierras valencianas. Ojalá tengamos otra oportunidad de compartir pensamientos, ideas y sobre todo emociones.
Mucho que aprender de vos!!
beset
La propuesta es un reto que tenemos pendiente Sil, atender las necesidades integrales de los alumnos creando entornos respetuosos y alentadores de crecimiento. He disfrutado mucho con esta experiencia y tengo la ilusión de que los participantes también lo hicieran con el mensaje de la DP.
Aprendiendo cada día para poder educar mejor.
Un abrazo muy grande.