No voy a decir que pareciera que ha sido ayer cuando tuve el primer contacto con Disciplina Positiva; aunque tan solo hayan pasado siete años todo lo acontecido ha entrelazado tantas experiencias que parece una vida entera.
Aún permanece el eco de los primeros tiempos en mi memoria. En ese recordar vuelvo atrás mentalmente y encuentro con todo lujo de detalles registros sobre cuando conocí a mis entrenadoras, la formación que impartieron y las poderosas herramientas que supusieron un cambio transformador en muchas de las personas que asistimos a aquel taller.
Fue como una liberación ¡Llevaba tantos años trabajando, en la soledad de nuestro claustro/escuela, una mirada distinta sobre la infancia!
Lo que no intuía ni de cerca era la magnitud que en formato esfuerzo, dedicación, compromiso y responsabilidad iban a entrañar aquellos dos días.

Conectando inquietudes
El suelo de mi escuela era preminotorio, un montón de piezas que ensambladas pueden llegar a ser la realidad de un puzle que si bien no es mágico ha hecho magia.
Llovía esperanza con aquel encuentro en un terreno personal y profesional muy preparado. No hay nada más contundente a la hora de aprender que tener ganas ¡Y os puedo asegurar que tenía muchas!
Leí ¡sin límite! Quería conocer a Jane Nelsen a Lynn Lott, quise beber de sus fuentes, me enamoré de dos hombres, Alfred Adler y Rudolf Dreikurs.
Podemos cambiar toda nuestra vida y la actitud de la gente que nos rodea, simplemente cambiándonos a nosotros mismos».
Frases, enunciados, reflexiones, toda una teoría que ponía patas arriba creencias sin necesidad de culpabilizarse por lo erróneamente hecho en el pasado, sino promoviendo consciencia, buscando nuevas competencias a la hora de verse a sí misma y por ende de educar.
Trabajé casi sin sentir que a veces me faltaba hasta el aliento, sigo haciéndolo.
Me formé mitad a través de la Positive Discipline Association, mitad autodidacta. Me faltaban piezas en mi puzle, eché mano de la neurociencia, de la neurobiología; me encontré con autores que seguramente no hubiera contemplado desde mi perspectiva de antaño. Recuperé a Bowlby, Schore, Gopnik, Hill… porque todo lo nuevo que iba conociendo consolidaba lo ya instalado en mi mente, hay que cuidar la base, el vínculo, aprender a modular la emoción para que las intervenciones educativas estén alineadas con la necesidad infantil.
Aprender a compartir el afecto es el objetivo más importante que me ha regalado la filosofía del lenguaje de amor.
¡No me daba cuenta al principio que iba a recibir mucho más del que soy capaz de dar!
Hoy pongo a disposición de mis allegados, y de toda persona que me solicita, el nuevo mapa mental que ha conformado la Disciplina Positiva en mi persona y en mi tarea profesional.
Ser entrenadora
Hubo un punto de inflexión en este viaje sorprendente; mientras seguía con la dirección de la escuela e impartía talleres y charlas introductorias en Disciplina Positiva apareció una nueva misión que me permitió interactuar con muchísimas personas, ser entrenadora de este programa.
Hoy esta parcela de mi vida es omnipresente sencillamente en todo lo que siento y hago. Intento por todos los medios tener como brújula que este rol «sea» mientras tenga sentido para las personas que acuden a los talleres; no es mi misión «el para qué lo hacen» sí estar a disposición si les resulta de utilidad ¡Del impulso y necesidad de mejora aprendemos todas!
Resolver los problemas de la interacción educativa a veces pasa por las intuiciones personales; otras muchas por aunar la motivación de decenas o incluso cientos de personas…
El taller de certificación no es formación, ni siquiera información, es ENERGÍA que se revela a través de un programa cuidado y eficiente. Es la energía que te da la vuelta como un calcetín, la que te permite visualizarte, comprenderte y hasta compadecerte.
A partir de ahí pueden surgir reacciones o respuestas, pueden aflorar sentimientos de tal intensidad que es imprescindible conectar con tu intimidad y afectividad para disolver fronteras y muros preestablecidos que nos apartan, muchas veces, de la mejor versión de nosotros mismos.

Esto iba a ser una invitación
Pues hace tanto que no escribía que parece que las teclas han cobrado vida y ya no soy dueña de esta criatura. Iba a haceros una invitación y la nostalgia y las memorias y los sueños… me han llevado por otros derroteros. Si me dejo llevar os cuento qué es para mi la Disciplina Positiva a modo de confesión (los que me conocen saben que son muy largas), a ti lector o lectora sin aviso previo.
Es posible que este evento que tendrá lugar en Lima, Perú, haya sido el responsable en cierta manera de que, en el cableado de mi mente, presente y pasado hayan hecho simbiosis. Seguramente que el hecho de que sea Gina Graham, mi formadora, la que organiza el encuentro, no haya dejado que sea una publicación neutra; he quitado el automático y de inmediato ahí están los anhelos y las realidades que se han tejido en estos siete años.
Trenzados con el hilo rojo de la conexión, con dificultades que siguen siendo desafíos, con satisfacciones que están instaladas en lo más hondo de mi corazón.
Pues eso, que hoy quería hacer una entrada que sea RECONOCIMIENTO Y AGRADECIMIENTO a saberes y especialmente a tantas personas que con su presencia y conexión configuran una nueva mirada sobre la infancia.
Estaré en Lima, agradecida, compartiendo una presentación sobre las bases de la empatía en las escuelas infantiles, compartiendo con compañeras y compañeros que también sienten el coraje de un mundo posible.
Es tan grande la magnitud de todo lo que acontece…y que se percibe desde mi metro cuadrado de influencia, que se me escapa. Yo tan sólo recojo el fruto de todo vuestro…TU esfuerzo amoroso Marisa.
Agradecida porque habéis dado vuelta a este calcetín y soy testigo de todo lo que dices…ese sentimiento de gran responsabilidad, esa mirada compasiva, ese ansia de aprender para dar y dar… Yo eternamente agradecida a la facilitafora que llegó a mi ciudad y dio a conocer esta filosofía de vida transformadora a través de un taller vivencias maravilloso. Agradecida a Jane y Lynn, a Gina y a ti como mi entrenadora de lujo.
No me canso de leerte Marisa. Gracias por todo lo que me/nos estás ayudado. Suerte los Peruanos que te van a conocer.
Muchísimas gracias Mariluz, acabo de ver tu mensaje.
¡Es tan importante el esfuerzo de cada persona que decide repensarse! La fuerza de la inercia en educación nos depara cosas buenas y otras no tanto; poder parar y valorar es valentía. Luego le toca su turno a la voluntad, al esfuerzo, al entusiasmo y también, cómo no, a la compasión.
¡Vida de educador/a, siempre aprendiendo!
Te mando un montón de lo que también recibo en tu comentario, mucho cariño.
¡Gracias!