Escribo apresurada, este fin de semana se imparte en la escuela la segunda edición de talleres de certificación en Disciplina Positiva y mi estado natural se hace, si cabe, más efervescente. Mucho por experimentar, mucho que compartir. Descubrir nuevas y buenas gentes, iniciar vínculos, dejar que la magia de la metodología del aliento siga su curso.
Pero no quería dejar de contaros que finalicé el primer año de formación en Neurosicoeducación y que cargada de dopamina, oxitocina y serotonina sigo avanzando en el conocimiento del funcionamiento de esas células con apariencia de cebolla que son las neuronas y que mientras escribo no cesan en sus cascadas de descargas.
En pocos párrafos, las reflexiones de este primer año.
Un alto en el camino, remover en el hipocampo y revisar las anotaciones que ha ido haciendo, sacudir la amígdala de las tensiones del día para escribir estas cuatro ideas muy, muy tranquila y agradecer al núcleo accumbens lo atareado que ha estado en este primer año de acercamiento y aprendizaje de Neurosicoeducación.
¿Qué esperaba de Asociación Educar?
¿Qué he aprendido?
Me sumé a la invitación con muchas expectativas. Soy mujer, madre, maestra, psicóloga, entrenadora de Disciplina Positiva y en todos y cada uno de los perfiles de mi vida, sed de aprendizaje siempre. Desde mi formación previa hay muchos contenidos que ya conocía, pero tengo que decir que se habían instalado en mi mente de manera aislada, así como si fueran las piezas de un puzzle que no acababan de encajar.
La inquietud por encontrar el marco me inspiró.
Así, cada semana he esperado correo a correo, nuevos apuntes, nuevas ideas; eran más reflexiones. Trenzados han ido cobrando sentido y una estrecha ligazón ha hecho que se muestren como causas, como consecuencias, las razones, los porqués; esa interdependencia conseguía algo tan difícil como es explicar gran parte de ese mundo asombroso y complejo que es nuestra UCCM.
Aunque crees que “ves” es incuestionable que tan solo accedes a lo que el filtro de tu mirada, mediada por capacidad, por experiencias, por creencias, por recuerdos, por deseos… te permite; somos genética, somos relaciones, somos el imparable poder de la percepción y la interpretación de lo que nos rodea, de lo que llevamos muy dentro.
Las gafas de la Neurosicoeducación me sentaron bien, aprecié contenidos, pero además desarrollé habilidades de relación conmigo misma y con los que me rodean.
Lo nuevo, lo antiguo, lo que se siente y piensa no solo es importante por poseer conocimientos, sino que sabía que además del reconocimiento debía abordarlo e incorporarlo a las estructuras cotidianas del día a día.
Y en este empeño me encuentro, agradecida por el enriquecimiento y dispuesta a disfrutar y esforzarme por saber más de Neurosicoeducación; una buena manera de intentar entender mi mundo e incidir de forma más consciente y respetuosa en el de otros.
Desde la mente, desde el corazón, gracias.
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