Ayer fui al parque El Capricho, mi preferido en Madrid y comentaba con una amiga que los árboles, los aromas, el romanticismo que traslada me inundan y siempre salgo de allí con la pena de que mis sentidos y conocimientos no lo abarquen.
Quisiera ser más conocedora de su historia, más sensible a su diversidad. No verme constreñida por limitaciones personales y que toda su esplendorosa realidad se mostrase a mis ojos.
Os cuento esta anécdota para introducir el tema del post, otra mirada hacia la primavera, la de Escuela enREDada.
Y os lo cuento haciendo un paralelismo con la práctica educativa. De como otra mirada funde las impresiones y modifica el escenario.
Y esa otra mirada nos la ha dado el marco en el que se mueve actualmente la vida cotidiana de la escuela. El proyecto ha impuesto otra organización, tanto los recursos como las relaciones sociales han tomado un carácter comunitario y abierto.
Cambiar la mirada, el entorno, estaba a nuestro alcance. Ciegas antes, hoy conscientes, estamos empleando una fórmula a la vez sencilla y compleja, el cambio de actitud.
La nueva planificación tiene, como siempre, a la base, un componente asistencial. Ya dejamos atrás los tiempos en los que el hecho de que a las escuelas se nos asociase con lo asistencial nos acomplejaba. Yo, hoy, presumo del honor de esta misión, que nadie la menosprecie.
Sería impensable pasar ocho horas diarias durante once meses con niños de cuatro meses a tres años sin el ejercicio de una importante actividad asistencial.
Es más, soy de la opinión de que cualquier etapa de la enseñanza debería mimar y cuidar su componente asistencial, ajustado a edades. ¿Acaso los niños de Primaria, los adolescentes de Secundaría, los jóvenes universitarios, no tienen una faceta emocional y relacional delicada que no se debería ignorar?
Tal vez, el que la escuela de hoy, les haga dejarla aparcada a las puertas del colegio, tenga algo que ver con posteriores fracasos, no sólo escolares, humanos.
Para eso, los docentes necesitaríamos esos ojos que ven más, otra concepción de la educación, abierta a lo pedagógico en su sentido más rico, más amplio.
Retomando, como os decía, con la base asistencial (alimentación, descanso, higiene, relación) asegurada, viene la planificación de los contenidos, no entendidos como mero traspaso al alumno, sí como oportunidades de exploración y conocimiento.
Con un curriculum por desarrollar, emprendemos las actividades que la unidad temática de la primavera, conllevan. Contenidos, metodologías y lo novedoso este curso en la escuela, crear otro escenario educativo.
Así, en con los principios metodológicos (enseñanza activa, investigadora, globalizada, lúdica, creativa, individualizada y socializadora) programamos y hacemos parte implicada a las familias, enviando por correo electrónico el resumen detallado de la programación de aula.
Analizamos recursos para las actividades, antes con la limitación de nuestra capacidad, ahora con la posibilidad de trascenderla a través de la red y la interacción con las familias y otros docentes.
Así la primavera está en el grupo de la escuela en Facebook, sensible a las aportaciones. La primavera está en el taller de padres. La primavera colaborativa, fruto de la cooperación se alimenta de muchos y engorda en potencial de aprendizaje.
Trabajada con materiales abiertos, de usos múltiples que puedan motivar a los niños y nos procuren su interés y atención. Incluso, de resultados para nosotras insospechados, dejando la puerta abierta a la improvisación.
Una primavera enREDada, rompiendo las barreras y comprometiendo y extendiendo su acción a un entorno más amplio. Viviendo la educación, porque el Primer Ciclo de Infantil es la más importante de las etapas de la enseñanza y se merece otra mirada.
NOTA: en la imagen de la invitación al taller está enlazado un archivo con algunas de las actividades de la primavera para trabajar con la PDI. El formato creo que sólo facilita el acceso con el software de Promethean. No he sabido compartirlo de otra manera 🙁
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