
Hoy como ayer, mañana como hoy y siempre igual: Un cielo gris, un horizonte eterno y andar… andar. Labrada en piedra la rima de Bécquer. Tonos grises, verdes sombríos, atmósfera dramática. Trabajando el invierno en el parque Madrid Río de Madrid.
Así comenzaba una de las múltiples experiencias que hemos vivido a través de Amigo Árbol en nuestra escuela.
Hoy cerramos la puerta al invierno, abrimos otra…
El trabajo basado en proyectos ha sido buque insignia en esta comunidad; llevamos muchos años con las aventuras educativas de este proyecto que nos da savia para aprender.
Como reza la piedra, andar y andar. Esa es la constante. O no, creo que más bien parece que les salen alas en los pies. Aturde el desenfreno del movimiento infantil cuando el espacio invita. Los niños, buscan siempre otros horizontes.
No hemos hecho gala a la rima más que en ese sentido, no parar, nuestro evento de invierno en el parque está lleno de alborozo, de caritas sonrojadas por el frío, rebosando el calor de la energía. ¡Qué fuerza tienes motivación!
Trabajamos en la calle, entornos reales a la medida de la curiosidad de nuestros exploradores.
Tanto promete la realidad que esto hace que no se conformen, cuando avistan algo interesante ya están intuyendo las mieles de los próximas. Así, sin proponer mucho, a mano, una fuente, un río, una pendiente sugerente, árboles que de grandes parecen fantasmas envolventes… íbamos a empaparnos de invierno y mirad lo que sucedió…
Conexión. Ventana al mundo.

Un cóctel, eso es lo que se necesita para que una experiencia resulte aprendizaje. Sin interés no es posible. Si se impone es probable que se rechace, si no se facilita es fácil que no se revele.
Bien, junta todo, mezcla con firmeza, con suavidad y ¡venga, vamos allá chicos! Es nuestro grito de júbilo cuando salimos de la escuela camino de un nuevo parque. Ya hemos visitado muchos en Madrid, esta es la quinta edición del proyecto y quisimos que la sorpresa no fuera solo para los chicos, también nosotras íbamos con los sentidos abiertos a lo nuevo.
Cuando un educador se emociona, el alumno se contagia.
Bueno pues unas gotas más para añadir al cóctel, nuestra intencionalidad de vivir una sensación nueva.
¡Qué bueno sería si los educadores no dejáramos escapar el goce del descubrimiento en cada jornada!
El invierno es un concepto abstracto para los niños pequeños tan acostumbrados a forjar ideas tan solo a través de lo concreto. Discurres actividades, narraciones… te escuchan pero realmente su invierno tiene más que ver con aquello que pueden “sentir de él”. Por eso, parapetados en abrigos, gorros y bufandas, fuimos en busca del frío. El sol no nos salió al encuentro, tal vez conocía el objetivo y quiso ayudarnos a ver clara la atmósfera gris de esa estación que a él le permite el descanso.
La nariz roja, las manos no responden, el cuerpo te pide movimiento… esto sí, esto es vivir el invierno, nos lo dicen nuestros sentidos, nos lo susurra la piel.
Con una decisión sabia, los niños como si les hubieran dado cuerda, gozaron experimentando su fuerza y habilidad. Piernas cortas, pasos menudos… mil, qué digo, un millón. No cesaron, “sin mirar atrás”, en esto tampoco hicimos caso a la rima.
Estábamos en un parque enorme nada cariacontecidos, muy al contrario, exultantes, viviendo el esplendor… del invierno.
Como es natural ya en el proyecto, poco o nada tiene que ver la idea con la que salimos de la escuela a la que bulle en nuestras cabezas cuando regresamos del parque. Sí, íbamos tras el rastro del invierno y volvimos con fuentes gélidas y pájaros adormecidos.
La poca motivación de las aves no fue un obstáculo, interactuamos con el medio, supliendo la ausencia de calor con calidez interna, la que promueve la emoción de la curiosidad.

Del río ¿qué os voy a contar? La tentación en grado superlativo. Asomados a sus bordes, midiendo el riesgo, probando sus facultades para explorar desafiando al peligro. Gotas de agua helada. Invierno infantil.
Pienso en ti. Participación del experto.
Si en lugar de trabajar el invierno con la metodología de trabajo basado en proyectos lo hiciéramos con un planteamiento tradicional es posible que los niños no contaran con la oportunidad de la conexión con la realidad, de la exploración a través de su propia iniciativa, de procesos mentales de toma de decisiones, de sentirse capaces haciendo. También es posible que nosotras, las educadoras, nos hubiéramos perdido la oportunidad de contemplar cómo una idea inicial objeto de aprendizaje muestra muchos más ángulos cuando tienes la generosidad de dejar que el proceso fluya y las verdaderas motivaciones infantiles puedan aflorar.
Y también hubiéramos desaprovechado la oportunidad de enriquecimiento que es trabajar por proyectos en comunidad educativa. La colaboración entre padres y educadores compartiendo información y metodologías ayuda a los niños.
De una actividad que podría ser la mirada de “uno”, el educador, a una actividad que es la mirada de “muchos”, familias y educadores recogiendo los asombros infantiles.
Patricia, una mamá enREDada nos dejó abrazos y aliento ¿habrá mejor forma de combatir el frío? Un cuento, no es necesario mucho más para conectar con el alma infantil. Ellos, entregados, apurando cada gesto. Sí, nuestros pequeños lo que mejor saben leer son los gestos, el lenguaje verbal acaba de aterrizar apenas en sus cerebros pero en el afectivo son expertos.
Y más, Amigo Árbol, es mucho más. Con esta publicación, que tiene la humildad de relatar lo cotidiano y la grandeza de que es una experiencia vital única, la de cada niño, el evento de nuestro invierno, quiere ser también vuestro evento, por si os sirve, por si es valioso, por si aporta calor y color en el andar de vuestras vidas.
Con el cuerpo, con la mente, con el corazón. Escuela laboratorio.
Ya en la escuela el proceso avanza, ahora, con las sensaciones de las vivencias reconstruimos realidades procesando la información. Tenemos un barco pirata y agua en el archivo de la memoria, los desempolvamos y les damos vida.
Amigo Árbol se viste con los trabajos de los niños. Aparece en la sala un invierno muy especial, el nuestro, el que hemos elaborado minuciosamente con manitas torpes en vías de ejercitación de capacidad y competencia. Gotas de agua, cartas marinas, cuerdas inventadas que solo soportan la sensibilidad infantil… Y cómo no, nuestro Amigo Árbol se viste gala con detalles que ya quisieran muchos decoradores, con un mundo de piratas que se apropian de amor y que lo devuelven engrandecido.

Presente también en cada jornada, la envoltura, Emociona T, hemos hecho hincapié en el botón de parar por sorpresa. Sin receptividad no hay aprendizaje, seguimos poniendo gotas al cóctel, la integración cerebral para conseguir una actitud positiva ¡Que no haya día en el que cada alumno no se haya sentido “el ser más especial del mundo”!
¡Sorpresa! La siento, la escucho, la veo, la expreso…
En el vídeo tan solo aparecen fugaces, casi como un suspiro, las actividades de esta aventura; poned la mente en modo infantil y dejaos llevar por lo que os sugiere esta grabación.
Evaluación.
Enfocamos la atención no tanto en lo que hay que hacer sino en cómo lo hacemos. Modificar las estrategias de intervención educativa es el valor de Amigo Árbol, un proyecto en el que los éxitos no son los resultados sino la actitud que seamos capaces de convocar en la actividad.
Vivimos los procesos, nos enfocamos en el detalle. Nos sienta bien poner la lupa en lo sencillo, en lo pequeño.
Teniendo en cuenta la especificidad de nuestro ciclo y de la singularidad que esto conlleva en la práctica de la metodología de trabajo basado en proyectos, siempre intentamos respuestas positivas a estas preguntas:
- ¿Se han sentido alentados hacia los nuevos aprendizajes?
- ¿Han desarrollado sus destrezas perceptuales?
- ¿Han afianzado su capacidad de comprensión y expresión en los diversos canales de comunicación?
- ¿Han disfrutado?
La exploración, que es la base, les impulsa a decidir qué es importante para ellos, nosotras solo tenemos que facilitarla.
La última gota del cóctel, la ilusión. Servida en bandeja, en esta ocasión, muy fría pero que nos ha dado la calidez del aprendizaje.
Esta publicación recupera la de hace unos años, vivida entonces en el parque de La Fuente del Berro.
Hoy como ayer, mañana como hoy… ¡Seguimos creciendo!
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