Vivir una mañana primaveral, darse un baño de sol, desperezarse del entumecimiento del invierno y experimentar placeres sensoriales. Es un buen plan. Al menos a nosotros nos ha llegado esta invitación a la escuela.
Y hoy, a la hora de contaros cómo hemos vivido la cuarta experiencia de Amigo Árbol, se me antoja hablar de estrenos no solo estacionales sino de los que en este centro se viven a diario, vínculos de apego. Sintonía básica niños/adultos. Este es el gran privilegio de un educador de Infantil, siempre en contacto con la potencialidad. Cerebros inmaduros, con un buen manojo de estructuras cerebrales esperando ser activadas para poder desarrollarse a través de la conexión.
Y esto es grandioso. Como la misma explosión de la primavera, contamos con botones de inicio de procesos determinantes, casi, en construcción humana.

La alegría en el vínculo de apego y Emociona T
A lo largo del curso, Emocióna T, va haciendo hincapié en cada una de las emociones básicas. No como un apéndice en nuestra propuesta educativa, sino reconociendo el papel estelar que estas fuerzas automáticas que son las emociones, tienen en nuestros comportamientos.
En la cuarta aventura de Amigo Árbol ha sido la alegría la envoltura del proceso. Parece bastante obvio que esta sea la más relevante cuando entre cielo y tierra, en la escuela, casi todo trina melodioso.
Pues bien, como os decía, esta escuela que no cesa de revisar el impacto que tenemos a través de nuestra tarea en los alumnos, no se ha fijado tanto la meta de hacer trabajos primaverales sino que nos hemos centrado en la búsqueda de la alegría en lo más cercano, en nosotros mismos y en lo que nos rodea.
Para los niños y niñas de Educación Infantil la fuente que mana alegría es la conexión. Conexión en todos los órdenes, física, sensorial, senso motriz, personal, afectiva, social…
Cuando está garantizada, ellos y ellas, pueden hacer lo que deben, jugar, explorar, manipular, contrastar… aprender.
Cuando alguno de estos aspectos no se da, los niños adolecen de déficit y se ven obligados perseverar en la búsqueda o bien permanecen frustrados e insatisfechos.
Es fácil que el educador apremiado por tiempos o bien por presiones de otra índole, se enfoque tan solo en alguno de estos objetivos y por ejemplo, trabaje, incluso denodadamente, actividades hasta muy, muy originales. Sin embargo, es posible que aflore el fracaso, la alegría no embargará a los niños si la base, la conexión afectiva, no está presente.
Vínculo de apego en Educación Infantil
Con demasiada frecuencia se habla del apego como vinculación a la figura materna y nos olvidamos de que en las escuelas los niños también se hallan relacionados con sus educadores con el pegamento de la vida.
Y al igual que con sus progenitores, este cemento puede dar lugar a conexiones seguras, evitantes, ambivalentes…
Si el adulto no es capaz de regular sus emociones sus alumnos tampoco lo podrán hacer porque los educadores somos los restauradores del bienestar infantil.
Ellos, por sí mismos, no pueden lograrlo.
Cuando nos enfrentamos a los problemas de la vida cotidiana en la escuela, nuestras respuestas dan lugar, en nuestros niños, a patrones y expectativas que se van construyendo de manera inconsciente. Stern lo llama «representaciones de interacciones que se han generalizado», Adler, «lógica privada». Nada más y nada menos que como educadores acuñamos en la primera infancia, fuera de la intencionalidad infantil y de su consciencia, plantillas que serán su base relacional.
Si los niños cuentan con ayuda para ir dotando de significado a sus sentimientos y van aprendiendo a procesarlos; cuando cuentan con entrenadores de vida que ponen nombre a sus estados básicos, que sintonizan, que consuelan… podrán en el futuro, interpretar sentimientos más complejos, los propios y los ajenos.
Si los chicos no cuentan con este lector externo de los sentimientos infantiles los niños no encuentran el bienestar.
- Hay educadores que no pueden manejar la ira y cuando esto sucede es muy complejo comprenderla y aceptarla en los demás. Los pequeños pueden aparentar calma pero sus sentimientos quedan sin regulación porque no reciben la ayuda que precisan, incluso pueden llegar a evitar, suprimir, sentimientos (Sue Gerhardt).
- Hay educadores que unas veces muestran interés por los sentimientos infantiles y otras tantas veces, no. Los niños se ven obligados a tener activadas permanentemente las conductas de aproximación al adulto, no descansan, no obtienen confort. Están en ebullición, con los sentimientos a flor de piel. Tampoco esta vinculación proporciona la seguridad a los pequeños de que alguien les ayudará con esa función de lector de emociones, tan imprescindible para interpretar las cosas que les acontecen. Adultos educadores que para manejar sus inseguridades necesitan que otros sean dependientes de ellos. Adultos imprevisibles, niños dependientes.
- Hay también educadores lastimados por la vida, maltratados en la infancia. Otra vez el feedback no da retroalimentación para el confort; la tensión no baja y los niños desarrollan estrategias inseguras para modular sus estados emocionales evitando sus sentimientos porque no pueden soportarlos por sí mismos, sin ese lector externo.
Trampas en el pegamento afectivo cuando el feedback social no aporta información fiable y la seguridad no llega a la mente infantil.
- Hay educadores que resuenan en la mente infantil con buenos acordes. Cuando los niños cuentan con adultos que se dan cuenta de los mensajes emocionales de sus alumnos, los niños poseen muchas oportunidades para sentirse bien. Vínculo de apego seguro.
Las trabas de la vinculación saludable en las escuelas infantiles
Los hábitos emocionales se aprenden en la infancia; la semilla de la higiene mental, nuestra primavera, en el proceso de la educación.
Por eso nuestro plan de desarrollo socio emocional no está pensado para nuestros alumnos sino para llegar a ellos a través de nuestros sentimientos, pensamientos y actuaciones.
Es la actitud del educador lo que los niños observan desde el comienzo de su vida.
Para lograr ser necesitan simbiosis física y emocional, solo así podrán separarse.
Hay trabas en las escuelas infantiles que pueden alejarnos de esta necesidad imperiosa de figuras confiables en el vínculo de apego.
- Las circunstancias especiales de la infancia. Ausencia de conocimientos acerca de la naturaleza infantil y cómo interaccionar de manera saludable. Ya no hay excusas, contamos con mucha información. No atender bien las necesidades infantiles es negligencia.
- La manera particular de cada educador para manejar sus sentimientos. Falta de herramientas de autoconocimiento, de recursos internos. Lo que siento, pienso y hago tiene trascendencia en mis alumnos. Sin conciencia del impacto que tenemos es azaroso acertar con la selección de estilos y estrategias. Todos los aportes de la Neuropsicoeducación son herramientas valiosas para superar el déficit en formación de habilidades de inteligencia intra y interpersonal. Ser educador es un compromiso y una responsabilidad ética.
- Las debilidades de la situación. Masificación en los grupos. Cuando los ratios no garantizan respeto al cuidado de la infancia llega la frustración y el desaliento. El estrés o la falta de apoyo emocional puede ser una traba en la capacidad del educador para relajarse y prestar la debida atención a los niños.
- Vinculaciones básicas mal establecidas. Cada alumno cuenta con sus referentes primarios, los progenitores. Los niños de Infantil son inmaduros y frágiles, sus sistemas bioquímicos pueden construirse defectuosamente cuando sus experiencias en el hogar son problemáticas.
Indicios de que estamos en el camino adecuado
- ¿Cómo manejas las propias conductas emocionales? No falsearnos el comportamiento producto de fuerzas irracionales, echando balones fuera o atribuyendo los resultados a cualquiera antes que responsabilizarnos. Sensibilizarse de las actuaciones impulsivas y trabajarlas desde el entrenamiento de destrezas de autorregulación. Es difícil pero no es imposible. Es necesario. Para influir positivamente sobre el alumno es imprescindible establecer una relación amable porque los niños responden en función de lo que reciben.
- Tomar conciencia de nuestras fortalezas como educadores y construir relaciones partiendo de ellas. Para contener y diferir impulsos es importante contar con empatía hacia uno mismo, desde ella es posible la voluntad de mejorar.
- Trabajar en colaboración y complicidad con las familias, ayudándonos con nuevas alternativas y posibilidades de interacción social que nos permiten organizar las propuestas educativas de forma coherente y ser y sentir apoyo. Los niños nos necesitan sólidos en la coherencia. No se trata de pasarnos factura unos a otros sino de remar en la misma dirección, estamos en el mismo barco.
- Observar a tus alumnos, ellos son el mejor espejo de qué lector emocional tienen a su lado ¿Sientes tristeza cuando se apenan, te preocupas cuando temen, te llena de alegría su sonrisa? Ves a tus niños con los ojos del corazón, escuchas sus alborozos, también sus silencios; cuentan con tu afecto, se saben importantes para ti… Cuando un educador disfruta de las relaciones con sus alumnos, aunque haya conflictos, puedes estar tranquilo respecto a aquella relación. Las interacciones agradables son indicios de que el niño obtiene receptividad en su justa medida y eres su adulto confiable.
Cuando la armonía forma parte de la relación educativa los niños encuentran el botón de parar, desactivan sus alertas de reclamo del lector de vida adulto y se disponen a gozar de sus sentidos.
Compartimos pues, con la primavera, grandes atributos. Al igual que ella somos generadores de atmósferas cálidas de crecimiento y desarrollo. Y también, como ella, estímulo para que la química de la alegría dé vida a los seres que nos rodean.

Construimos el plan, la escuela de lo sencillo.
Este ha sido un preámbulo homenaje a nuestra primavera porque sabemos la importancia de una vinculación saludable como semilla del crecimiento y bienestar de nuestros alumnos. Cuando nos sentimos bien actuamos mejor.
Las experiencias por las que íbamos a pasar para tomar contacto con la estación requerían de mentes abiertas y receptivas, con los sentidos de par en par a los detalles. Y desde esta actitud de confort emocional hemos construido situaciones problemático creativas para que los alumnos estrenen algunas de las imágenes y sensaciones sobre la primavera de la alegría, del amor y los colores.
Hemos creado un mapa para esta aventura.
El punto de partida la realidad, ya sabéis que somos escuela de calle porque los personajes que la habitamos necesitamos percibir el aire alrededor de todo el cuerpo, en él vienen esas semillas de muchos nuevos conocimientos.
En el parque de Valdebebas encontramos a un hombre sabio no solo en plantas sino en la naturaleza infantil, el jardinero.
– ¡Qué suerte, os estaba esperando, necesito vuestra ayuda!
Estas fueron sus primeras palabras, ni recién salido de un taller de Disciplina Positiva.
Luego, con la sonrisa siempre en la boca, informaba,
– ¿Veis? He cavado unos agujeros, son para aquellos pequeños pinos. Menos mal que traéis palas, tendremos que poner mucha tierra.
Este hombre lo sabe, no hay nada más alentador que ofrecer a los niños tareas de importancia.
Ellos escuchaban y ya se preparaban anticipando el desafío, el disfrute de la plantación. No tanto porque supieran lo que es sino por la tentación incontrolable de embadurnarse en esos montones que invitaban sin decir palabra.
– ¡Oh, lo lograsteis, ahora ya se puede bailar!
Y encima de la tierra, con sus botas de agua, saltaban y retozaban sin parar.
La fuerza del reconocimiento y el aprecio ¡Grande este sabio jardinero!
No hay fiesta de parque perfecta sin agua. Regaderas de mayor talla que ellos mismos. Chapoteo. No se puede pedir más.
Y con barro hasta las pestañas y con la serotonina de la misión cumplida regresamos a casa.

Acción. Escuela laboratorio. Con el cuerpo, con la mente, con el corazón.
Desde el inicio de este curso nos propusimos unos procesos de aprendizaje más acordes con la naturaleza infantil, con ritmos a fuego lento, con materiales más cotidianos. Y así seguimos, con la escuela de lo sencillo.
En esta aventura de Amigo Árbol, hemos puesto el acento en la vida de cada día, en las rutinas de la escuela, para disfrutarlas desde la alegría; también en las relaciones sociales siempre mediadas por el mejor de los aliados, nuestro armario de herramientas de modulación emocional (construidas por los niños). Y por supuesto en la confianza del poder del patio en primavera para contribuir a esa finalidad de regalo en formato plantas, aire y sol.
No nos hemos olvidado de «los asuntos propios», en cada jornada deben quedar garantizados los tiempos en los que los niños estén, en la medida de lo posible, sin «dirigismo», sin intervención, sin control; con adultos presentes que no invaden espacio personal.
Y claro, también hemos hecho flores y mariposas ¿quién habita la primavera? Unas veces instados por cuentos, otras muchas por la música y de vez en cuando por la belleza de un cuadro. Abejas libando el rico néctar de tantas oportunidades como nos ofrece cada jornada, la vida de escuela.
Mejor que yo, mucho mejor, lo describe el vídeo. No dejéis de verlo, son ellos, los protagonistas de su aprendizaje.

Control de datos.
Afortunados y agradecidos por poder disfrutar esta experiencia junto a nuestros niños. En esta ocasión el control de datos son dos imágenes, la cara de Zoe y esa caja en la que está el esfuerzo y la ilusión de grandes aprendices de vida.
Gracias por leernos, apreciamos tu comentario.

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