Iniciando la siempre hermosa primavera el brío, la energía, el color, la temperatura y el sol optimizan las constantes de vida y cuesta trabajo escribir sobre un tema resaltando los claroscuros. Instada por Javier Alegría y a raíz de la publicación del artículo sobre el castigo voy a tratar la hipocresía social, familiar y docente, el gran drama de esta sociedad, la violencia encubierta que se ejerce contra los niños. Lo he escrito así de una, tal vez para contrarrestar unos ánimos que se inclinaban más por las flores, el suave sonido del viento, las terracitas en los bulevares, la operación bikini o simplemente cualquier tema que tenga la virtud de recrear los sentidos. La idea es que de este escrito gris pudiera salir alguna conclusión positiva para la infancia.
Como lo real es lo que más enseña el relato parte de una vivencia anecdótica, muy primaveral. Estos días estoy de infiltrada en las idas y venidas de una pareja de mirlos que con esmero laborioso han emprendido la tarea de hacer nido. Ellos tienen fácil la crianza, un protocolo sabio de instinto les ampara, así de simple, seguirlo y enseñar a volar. Los humanos también contamos con instinto aunque el progreso social lo haya limado, como padres atendemos a un cerebro reptiliano, a un cerebro mamífero (sí, todos esos dicen que poseemos) y a un cerebro humano. En este último es donde se nos echa encima la naturaleza de la obra de ingeniería que nos espera.
Insisto, no me resulta fácil lo que voy a escribir, no soy teórica de la educación y le he dado mil vueltas para que las palabras consigan reflexión y distraigan la posible irritación inicial. Sin pretender generalización pero sin pasar por alto señales que puedan tener una doble lectura y que resulten contradicciones entre la finalidad aparente y la manera de ser percibidas por los niños.
Desde los carteles publicitarios, los comercios, las publicaciones, los blogs, lo que decimos, lo que escuchamos, el engranaje entero del entramado social habla de un niño querido, mimado por una sociedad que presume de atender el bienestar de la infancia. Si alguien que no tuviera conocimiento alguno del país recopilase toda la información, permitidme que llame de marketing, podría llegar a la conclusión de que los niños gozan de la satisfacción de todos los requerimientos para llegar a ser un adulto íntegro, autónomo, feliz y capaz. Se hacen leyes, se aplican normas, planes estratégicos, servicios variopintos…
La actitud social sería incuestionable por sus buenas prácticas.
Levantemos alfombras
No aparecerán verdades tan solo apreciaciones de una maestra de escuela pretendiendo una revisión somera a las prácticas educativas de sociedad, familia y escuela.
¿Es ilusorio el individuo autónomo, con madurez emocional, con capacidad creativa, solidario y cooperativo?
- ¿De quién depende el niño que desde los cuatro meses ya está a expensas de cuidado y atención fuera del entorno familiar? Hace mucho que la familia no es el único núcleo ¿hasta dónde llega la influencia exterior para capacitar, para forjar valores?
- ¿Y las leyes educativas (formación docente, metodologías eficaces para el aprendizaje, objetivos y finalidades adecuados para una sociedad basada en la capacidad creadora) son independientes de partidismos, adecuadas para el niño, cercanas a sus realidades? ¿Transmisión de tradiciones, cultura, valores? y ¿dónde queda aprender a vivir?
- ¿Y qué conceptualización de individuo futuro se maneja, qué hombres y mujeres tiene previsto esa inteligencia colectiva? ¿Cuál es el umbral de perfeccionamiento intelectual, moral, emocional?
- Y los medios de comunicación ¿qué influencia tienen? ¿Deciden por ti padre/madre? ¿Se proyecta un arquetipo basado en una libertad de plástico, la hegemonía de la estética, el lujo, la violencia y el sexo? ¿Se cultiva la felicidad interior?
- ¿Cuál es la índole y magnitud de la presión social a la que el niño está expuesto? ¿Está en el quicio de nuestros hogares?
Si los interrogantes tienen un ápice de verosimilitud, no veo cómo diantre nos obstinamos en mantener que la infancia está bien cuidada, incluso no entiendo cómo nos sentimos ajenos a una adolescencia descreída, desmotivada, con problemas de adicciones y agresividad. Tal vez pudieran ser las correlaciones presumibles y sin embargo parecen asombrarnos, es como si por arte de birlibirloque los muchachos de estas generaciones se hubieran sacado su manera de ser de la manga cuando el comportamiento no se improvisa es una cadena de eslabones y los adultos tenemos parte importante a la hora de ensartarlos. Educación y prevención son sustantivos que perdieron poder al ser relegados a contenidos meramente academicistas, muy alejados de las necesidades vitales ¿Dónde se nos perdió la responsabilidad, dónde está el respeto?
Todo lo que no hacemos en su momento se nos echa encima en forma de losa después, en formato de detección y actuaciones, para intentar remedar la falta de decisiones sabias y oportunas.
Aún así esta filosofía social, cuenta con innumerable seguidores, todos remamos en ese barco y reflexionar sobre la optimización y la intencionalidad de las acciones no parece figurar en el orden del día. Y así, sumisos, año tras año, día tras día el proceso continua su curso exponiendo a nuestros vástagos a la influencia de esa pedagogía social contradictoria, casi esquizofrénica, que se perpetua y olvida del compromiso con el ser integral.
Es relativamente fácil señalar como culpables a las instituciones y si la revisión solo llega hasta ellas estaría haciendo un análisis meramente populista. Lo que mueve al niño en el proceso de adaptación, asimilación y acomodación, lo que le mueve a querer ser de una manera u otra y saber cómo conseguirlo es la intervención e implicación de dos decisorios núcleos, la familia y la escuela.
Violencia desde la familia
En la familia el niño también puede ser vapuleado por mensajes dispares, contradictorios, incluso dañinos. Si bien la familia ha perdido protagonismo como célula fundamental y ya no es ese lugar privilegiado de aprendizaje, la convivencia con los primordiales vínculos afectivos debe dar respuesta a la configuración personal del niño. Con frecuencia desde ese entorno de privilegio se pasan por alto y desdeñan los derechos del niño:
- La necesidad vital por explorar y conocer es en demasiadas ocasiones interpretada como comportamiento inadecuado, se controla y reprime con procedimientos punitivos y coercitivos. Nada más alejado del aliento y apoyo que precisa un niño para poder desarrollar sus potencialidades. Así motivaciones, habilidades, incluso pensamiento divergente se ven obstaculizados y/o anulados en aras de una pretendida educación que por tradición está asentada y reconocida socialmente como aceptable ¿Dónde tiene el niño el modelo que necesita para construir un yo comprensivo, solidario y tolerante? ¿Ese padre/ madre que no escucha que no ve, que no comprende, que no empatiza con la necesidad infantil?
- Los gritos, los castigos, la indiferencia hacia un niño son una lacra social que nos alejan inexorablemente de ese mundo pretendido en slóganes de armonía, paz y solidaridad. La exhortación a la violencia «no seas bobo, si te pega defiéndete», la humillación por insultos o menosprecio «es que eres un subnormal», el ninguneo porque no responde a expectativas, la desidia en cuidados que precisan paciencia y esfuerzo, la dejación de atenciones que devienen en desorientación e inseguridades… socavan el autoconcepto y la autoestima, se zahiere la posibilidad de que el niño se acepte y quiera a si mismo, ponen en riesgo su futuro de adulto equilibrado.
- El temor y la culpa son malas herramientas como asiento de comportamiento y desde la superioridad adulta se usan cuando se agotan paciencia o estrategias adecuadas. La confianza y el respeto no solo debe conocerlos el niño cuando responde como queremos, es indispensable que sepa que la resolución de conflictos se basa en la reflexión, el afecto y la calma, que cuando yerra no es etiquetado de torpe o malo porque el error es una estupenda oportunidad de aprendizaje.
Las escuelas
Las escuelas, enseñanza y además labor de acogimiento con carácter subsidiario, transferido porque la familia ya no alcanza a atender las necesidades sociales y de aprendizaje del niño de hoy. Si cierto es que la extensión de la escolarización supuso superación de marginación y discriminaciones por razón de género, sexo o clase social son muchos los flancos de debilidad. Dejando de lado profundidad sobre estrategias y metodologías, que ya abrumadoramente se descartan no por anacrónicas, sencillamente porque no resultan, solo hay que entrar a un aula de Secundaria y ver las caras de los educandos, le reflexión es otra:
- Gestionamos años de vida, contamos con potencialidades sin fin.
- El currículo habla de competencias, inteligencias múltiples.
- Transversalidad recorre toda la teoría educativa.
Sin embargo es quizás la institución donde el niño ve su integridad más parcelada. Así como un individuo según tenga estatus de peatón o conductor ve la calzada con distinto prisma, el docente abandona su perspectiva de educador, se agarra a la condición de enseñante y el espacio mágico que debiera ser un centro de educación es un lugar donde la vida se aparca a la entrada, una corriente homogeneizadora envuelve desde ese instante al chico.
Nada de gestión emocional, si pronuncias «creatividad» a alguno se le pone el vello como escarpias, la atención individualizada es una quimera, la labor asistencial (sí, hasta los universitarios la precisan)… ¿eso no es asunto de la familia? Ya me explicaréis cómo un chico de seis años puede predecir en qué momento solo es receptor de contenidos y cuando es persona. ¿Lo pinto negro? Se potencia el silencio, se prima la sumisión, se castiga al que difiere ¿dónde está la violencia en las aulas?
Prefiero equivocarme hasta la médula y que realmente los centros de enseñanza sean ese lugar donde se adquiere habilidad, se desarrolla capacidad y se alimenta para siempre las ganas de aprender, ese sitio que pone de relieve y aporta valía a los niños. Centros en los que haya muchos profesionales que como Bruner piensen que cuando un aprendizaje falla no es culpa del niño
No hay nada que sea demasiado difícil enseñar a un niño en determinados niveles utilizando métodos que se puedan cambiar para que aprenda»
¿Algo se salva en este artículo abrumador? Afortunadamente las leyes del aprendizaje no son fórmulas matemáticas y a pesar de las mil variables predictoras de fracaso se evidencia que entre comportamiento y aprendizaje a los adultos se nos escapan las estrategias infantiles para filtrar, negar, huir o inventar fórmulas que les permiten ser.
Si os he encogido el alma pensad en las palabras de Gabriel García Márquez:
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
Marisa,
¡Menudo artículo! Me han gustado las preguntas que planteas. Me parece que te has olvidado una: la sobreprotección que damos a nuestros hijos, desde la tierna infancia. Tal vez por ese gen degenerativo de la especie humana: superar la generación anterior. Queremos ser mejores en todo: los mejores profesionales y los mejores padres: tenemos más educación que los abuelos de nuestros críos. Estas ansias de querer acapararlo todo dé respuesta a algunas de tus reflexiones.
Saludos,
@Txaumell
Hola Jaume. me alegra muchísimo que hagas referencia al proteccionismo, efectivamente una forma edulcorada de autismo de las necesidades del niño, bien por temor, bien por exceso de celo, bien por un rol mal interpretado de la paternidad, maternidad, se niegan oportunidades de construcción personal.
Mucho hay escrito en este blog sobre esa palabra que yo adoro, la autonomía, y aunque parezca increíble siempre que lo hago parto de la base de que el lector no va a estar de mi lado. Es como si plantear que saberse y sentirse uno y distinto de los demás fuera una proposición incómoda, dañina para el niño, cuando no queda otra que trabajar los hábitos y permitir experiencia personal si lo que se pretende es la conquista del ser individual.
Andamos ensimismados en reividicaciones, las mujeres, en el protagonismo de la crianza, en contra de lo recibido de sus antecesores pero no se sabe muy bien si sustituyéndolo por mejoras para los chicos o solo en proyectos identitarios en los que el niño tiene un papel meramente de apariencia y consolidación de tendencias y/o consigmas. Los hombres, casi desaparecidos del núcleo familia en los primeros años de vida del pequeño, entre la comodidad o la expectación, con papel secundario.
Preguntas en busca de respuestas, los niños se las merecen…
Muchísimas gracias por tu visita y por tu reflexión.
Saludos.
A partir de ahora, contais con un seguidor más. Gracias y ánimos!!
Pues Marisa…yo desde el principio tenía claro que, dentro de las limitaciones de cada momento debido a su edad, quería que Ainhoa fuera autónoma y como consecuencia final con los años que no nos necesite más de lo normal para un niño…hay una parte que explicas lo de los obstáculos para que se desarrollen…no me gusta no dejar que los niños exploren…mi niña ahora ve botella y quiere jugar y se las doy quiere tocar mandos y se los doy…si se rompen se romperan…pero hay gente que, con niños más mayores uy eso no por si lo rompe eso no por si se lo mete en la boca…leñe vigila que no se lo metan en la boca pero dejalos!!!a mi se me quedó una vez de un curso de presentaciones que los niños no captan la palabra no…así que desde entonces lo aplico jaja
todos tus consejos además los aplico con mis sobrinos que tengo uno que es muy sensible pobre y a cualquier cosa lo primero es llamarle llorón por todo el mundo y la otra pequeñina tiene mucha personalidad demasiada para tres años y, almenos conmigo, veo que van avanzando aunque luego sus padres hacen otras cosas.
sabios posts siempre los tuyos!!
Así es Jessica, cada edad tiene sus limitaciones pero también una potencialidad enorme que no debemos desaprovechar por actitudes poco generosas o poco comprensivas de las necesidades del niño. En los primeros años aprenden a través de la acción, es su interacción con el entorno, los objetos y las personas que les rodean lo que va poniendo significado al mundo, somos sus ojos, sus oídos, sus emociones… y en ocasiones, también nos convertimos en un freno atrofiante de maduración y desarrollo.
Muchas gracias por tu aportación y muchos besos para la chiquitina 🙂
yo intento no frenarla pero esta pequeñina es muy lanzada a veces jajaaja ella estaría todo el día de pie o sentada pero aún no se aguanta así que la voy cambiando.pero de tocar y demás lo que pida.coge las botellas y cree que es un bibi grande y a la boca que quiere metérselo y yo vigilo que chupe si quiere pero nada del tapón a la boca…en el zoo, vigilándola de lejos, la dejo que juegue sola a veces estoy al lado, a veces juego con ella…pero quiero que no necesite que le de los objetos.hoy me ha impresionado porque la estimulo a que gire hacia un lado y hacia otro (le gusta más un lado que otro) y la he pillao queriendose poner boca abajo…no lo ha conseguido..pero lo ha intentado ella sola y me he sentido super bien…
hay quien me dice que los niños no tienen que estar solos y siempre tienen que estar con sus padres, pero veo a mi hija tan feliz que soy consciente de que no lo estamos haciendo tan mal!
que pena que ahora que ella está más expresiva toque volver en breve a currar!!quiero.la baja maternal como en suecia:16 meses!!
Sí, claro que sí Jessica hay que vigilar, controlar y en ocasiones limitar por su seguridad y para que conozcan lo que se puede y no se puede hacer. Eso es obligado. Pero como bien dices también facilitar oportunidades, dedicarles tiempo y esfuerzo, buscar la cercanía no solo física sino la que les procura bienestar emocional con pautas serenas, firmes y coherentes.
Disfruta de este «tiempito» que te queda hasta la incorporación y después, cada minuto y segundo 😉 Me temo que de lo de Suecia estamos muy lejos!!
Me ha gustado leerte. Es impresionante si miro para atrás y pienso en cómo era antes de tener hijos. Crecemos juntos. Padres e hijos.
En mi opinión escuela y familia no van coordinados salvo estupendas excepciones. Ahí el error. Los objetivos son distintos, las espectativas, el método. No sé qué está pasando, pero la brecha entre ambos es cada vez mayor. La educación no debería ser algo partidista. Deberíamos entender todos la necesidad de tener ideas comunes y apolíticas.
Y la posibilidad de ambos progenitores por conciliar debería ser real. La posibilidad de ambos por implicarse en la educación debería ser algo que no se nos debería olvidar. Y se olvida, muy a menudo.
La brecha Marta es profunda entre escuela y familia y la inercia de la costumbre nos convierte, en el mejor de los casos, en cronistas de los efectos negativos. Esa educación restrictiva de iniciativas que hemos padecido sesga la mirada, nos convierte en víctimas de la resignación y la impotencia o bien en rebeldes practicantes de una resistencia estéril. Si te fijas, en cualquiera de los casos, la reflexión productiva y fértil brilla por su ausencia y así es como perpetuamos sin fin.
Esa cultura del resultado, del no reconocimiento del error, de la ocultación de las emociones… no nos facilita la capacidad de empatizar que sería necesaria para que cada núcleo del entorno del niño dejásemos de mirarnos el ombligo para resaltar nuestras cualidades por enfrentamiento a las de los otros, no tengo que explicar mucho más, un paseo somero por los grupos de crianza y esa necesidad de reconocimiento casi inmadura aflora por todos lados. No tendría ninguna importancia si la pérdida de tiempo y lo infructuoso de la tarea no recayera sobre los chicos. Somos padres, madres, profesores ¿somos educadores?
Así, ya desde el entorno más cercano las dificultades son insuperables.
Luego, como bien dices, conciliación labora, cooperación entre progenitores, leyes independientes a idisincrasia que siguen la dirección del viento que sople… sí, el artículo es duro pero sinceramente creo que debiera serlo más. El revulsivo no creo que supere más del día…
Como siempre. agradecida con tu visita Marta. Un abrazo muy grande!!
En una sociedad en la que prima lo políticamente correcto, el temor y el cuidado ante el «no te pases», es un placer leer tu artículo; está lleno de honestidad; es sincero; es real. Porque lo que hace falta es ser crítico; ser auto crítico, en primer lugar. Para poder construir.
Vivimos en una sociedad llena de miedo; miedo a tener un criterio propio, miedo al pensamiento, miedo al diálogo, miedo a la opinión…; en definitiva: miedo a la libertad. Hasta parece clandestina la palabra libertad, cuando es la clave.
En España la educación nunca ha sido cuestión de Estado; ni interesa ni ha interesado. Simplemente se ha tratado de instruir con datos; nada más. A eso le han llamado educación. A mi me enseñaron cosas absolutamente inútiles, que para nada me han servido en la vida, pero nunca nadie me enseñó nada acerca de la vida; que eso sí hubiera sido realmente positivo. Sé hacer logaritmos e integrales y no sé cuantas cosas más, que tanto dolor me produjo; pero nadie me habló jamás acerca de la importancia de la vida. Esta es la realidad.
¿Lo pintas negro, te preguntas? Claro. Es que la realidad es muy negra; no porque los mercados vayan mal, ni porque el tiempo esté revuelto, ni porque la economía flaquee… (ya quisieran en Etiopia tener esta crisis). NO. Va mal porque nadie es capaz de analizarse, de pensar, de ser crítico, de tener su propio criterio, de ser él mismo; de vivir su propia vida. Es la televisión quien piensa; es el Estado el que manda.
Sería bueno tener cinco minutos diarios de pensamiento, sería bueno reflexionar sobre los valores que se pierden, sería bueno enfrentarse a la realidad… para que cada uno construyera su propia existencia; no la que marca el telediario de turno. ¿Por qué seguimos empeñados en ver el telediario en vez de jugar con nuestros hijos? ¿Es que no somos capaces de apreciar y valorar la importancia de las cosas? ¿Es que nadie puede ver que la vida se pierde si no se disfruta?
Da la impresión de que se tienen hijos porque es un elementos más de consumo («tengo ya de todo; solo me falta el hijo»); entonces, claro, los hijos molestan. Y los padres, siguen inmersos en esa carrera por ser más (no intelectualmente, ni culturalmente… sí económicamente), por ser más poderosos, dentro de su enorme fragilidad. Y el niño se queda solo. Y en el se proyectan los miedos de los adultos. El niño sufre; qué más da, total es pequeñito y cuando se queja de pena se le ignora; ya será mayor, para que le vayan instruyendo datos; «es que es muy pequeño y no entiende». No hay mayor violencia, en esta sociedad, que la que sufre el niño; la violencia no es solo la física: es la ignorancia, el desprecio y el abandono que padecen. ¿Queremos hacer niños sanos? Comencemos por intentar sanarnos a nosotros mismos.
No sé si me estoy ciñendo a lo que quería decir (me temo que no; lo siento), pero he querido transmitiros mi opinión, a consecuencia de haber leído tu espléndido artículo, Marisa. Gracias. Seamos libres para ser críticos; seamos críticos para ser libres.
Javier, es posible que más de uno al leernos piense «qué catrastrofismo» y esa es la parte más negativa de este tema, sin reconocimiento de la cuota de responsabilidad que tenemos los adultos en los problemas de los niños no hay esperanza que valga. A veces debo contenerme cuando oigo la consabida justificación que deja la práctica paterna o docente impoluta, «mira cómo me ha salido, mira cómo es».
Agradecida por tu reflexión, subrayo este párrafo «No hay mayor violencia, en esta sociedad, que la que sufre el niño; la violencia no es solo la física: es la ignorancia, el desprecio y el abandono que padecen. ¿Queremos hacer niños sanos? Comencemos por intentar sanarnos a nosotros mismos».
¡Seguimos intetándolo!
Un beso,
Vaya articulo has parido hoy Marisa. De pronto el bienestar de la infancia se encuentra afectado por miles de factores externos y daños colaterales en los que ningun responsable entona el mea culpa, desde los padres, aquellos maestros que perdieron la vocación y se quedaron en la disciplina únicamente como medio para que sus alunmos adquieran enseñanza, los padres tenemos mas informacion que nunca que manejamos a nuestro antojo para excusarnos en nuestros errores, elegimos lo mas comodo o quizas lo que mejor se acople, sin plantarnos si es lo mejor para nuestros pequeños.
En el ambiente de padres se escucha con tristeza que el profesor es el enemigo y en la escuela el docente se acerca de puntillas a la familia porque nunca sabes como va a recibir la informacion que puedas aportar sobre su vástago. Al final se resiente el interes mutuo por el bienestar infantil……desde luego que esto merece una reflexion por ambas partes. Si desde luego algo he aprendido desde que soy madre es a observar y callar, sin intentar hacerme juicios de valor, no escuchar jamas comparaciones, e intentar sin juzgar salir adelante en la educacion de mi hijo. Afortunadamente cuando las dudas me asaltan cuento con vosotros, amigos docentes excelentes que,siempre teneis el punto de vista y la perspectiva que como madre en muchas ocasiones pierdo. Y en ultima instancia, yo,si hago equipo con mi profesora, la consideramos un miembro mas de la parte educadora de nuestra familia, con la que intentamos ir en línea y la que en ocasiones nos educa a nosotros al tiempo que al nene. Me esta costando pasar por una escuela que respeta ritmos que potencia creatividad, que apuesta por las capacidades innatas, escriben algo mas tarde, leen algo mas tarde y eso a los ojos de un padre es duro por aquello de se queda atras……pero la creatividad, la observacion, el detalle ínfimo en cualquier dibujo he aprendido a valorarlo con la profesora de mi hijo mucho mas que que cante el abecedario…..
Seguro que tu articulo hara reflexionar a mas de uno.
Un besote
Noelia
Sí Noelia, parece que cuando las cosas no funcionan con los chicos como uno quiere no fuéramos parte interesada en el proceso. Sacamos pecho en lo positivo y nos volvemos ciegos o ajenos a los males que les aquejan, muchos modelados desde la familia, la escuela y la sociedad entera. Es la indefensión de la infancia.
Y como dices los atisbos de lucidez como las escuelas innovadoras las medimos como riesgo, en cierto modo podrían serlo si lo que se pretende es que los muchachos se ajusten al molde de lo preestablecido. Yo pienso que haces muy bien, tu hijo contará con un concepto mucho más integral de lo que es «una persona» y no dejará atrofiar habilidades que quizás no le supongan logros de éxito a la usanza pero sí le ayudarán a ser más feliz.
Muchísimas gracias por tu aportación valiosísima.
¡Un abrazo enorme!